Darkness feel like home

38| The devil fell in love [Part I]

*Heaven en multimedia*

❦ A R T E M I S A ❦

Tokio, Japón

Después de despedirme de Selene y pasar dentro de un jet lo que pareció ser una eternidad, para terminar en donde estoy justo ahora, me parece irreal.

Mi cuerpo se estremece cuando al bajar del auto de Takeshi, un club nocturno con letras neón encima que dicen «Heaven», aparece frente a mí. Me tenso, un escalofrío recorre mi espina dorsal y por instinto doy un paso hacia atrás.

«Esto no puede estar pasando», me repito una y otra vez.

Los recuerdos dolorosos que tanto he intentado eliminar, aparecen, son esos mismos que me causaron pesadillas durante años, esos que me despertaban por la noche gritando como desquiciada, pidiendo ayuda, intentando escapar de esa oscuridad...

Mi estómago se encoge, mientras el nudo en mi garganta se hace cada vez más difícil de ignorar.

¿Por qué me trajo aquí?

—Artemisa —la voz de Takeshi me devuelve al presente.

Me espera justo en la entrada, no logro ver a Tom y una parte de mi se siente decepcionada porque no fue él quien esperó por mí. Después del infierno que viví por culpa suya en este lugar, lo mínimo que esperaba era que estuviera a mi lado.

Pero él no está...

Y me doy cuenta que, en realidad, él no ha estado desde hace mucho.

—Francesco espera dentro —me alienta a continuar.

Me obligo a mantener las lágrimas a raya, trago en seco para disipar el nudo y decido adentrarme en el club junto a Takeshi.

La música estruendosa me ensordece por unos segundos, hasta que pasamos de una pequeña estancia oscura a un lugar iluminado con luces rojas; no logro distinguir algún otro color que no sea rojo y negro. Mujeres con mallas y lencería, bailan en tubos sobre un escenario, meneando sus cuerpos de lado a lado provocativamente.

Los hombres sentados en las mesas alrededor no pueden apartar los ojos de ellas, beben y lanzan billetes al escenario, algunas bailarinas se acercan a sus mesas cuando les ofrecen una buena cantidad de dinero, bailando exclusivamente para ellos por apenas unos segundos.

Cruzo miradas con una. Tiene un delineado impecable que decora sus ojos, los labios pintados de quién sabe qué color, tiene los pezones cubiertos por dos estrellas con una malla encima y el tanga que lleva puesto deja poco a la imaginación cuando la veo regresar al escenario.

—¿Qué es esto? —pregunto por encima de la música.

—El club de Tom.

Sacudo la cabeza. ¿Acaso escuché bien? Creí que luego de asesinar a Kenzo, había dejado en el olvido este club, pero lo siguiente que dice Takeshi, me confirma que nunca fue así.

—Manejó este lugar durante el tiempo que estuvo oculto. Lo convirtió en un verdadero paraíso, ¿no crees?

No digo nada, no tengo nada qué decir. En lo único que puedo pensar es, que mientras yo moría lentamente sin tenerlo junto a mí, él se dedicaba a llenarse los putos bolsillos con dinero... y podría apostar a que se cogió a todas estas mujeres.

El odio se desborda por cada poro de mi cuerpo.

La tristeza es rápidamente reemplazada por la ira, aunque no sé identificar con exactitud qué es lo que siento cuando al fijar la mirada al frente, me doy cuenta que Tom no deja de mirar a una de las bailarinas.