Capítulo 3

632 60 23
                                    

27 de diciembre de 2023


Kitty salió de su habitación, guiada por el olor del delicioso desayuno que su hermana había pedido que le llevaran.

—¡Buenos días! Huele estupendo.

—Es que muero de hambre y quedé con mamá en ir a verla temprano, así que no podía darme el lujo de dormir demasiado.

Kitty se dejó caer en una silla. Lisa le pasó un plato con huevo, tocino y tostadas, tal como sabía que a su hermana le gustaba.

—¿Cómo te fue anoche? Regresaste tarde.

—Me fue bien —respondió escuetamente.

—Vaya, ¡cuánta información me das! —Rio antes de morder su tostada.

—Primero dime que tal Rudolf y tú anoche.

—Bueno, pusimos una película. Él se quedó dormido a la media hora y para mí no era lo mismo. Detesto la voz robótica que me narra las escenas sin diálogos, así que terminé apagando el televisor y durmiendo también.

—Lamento no haberme quedado contigo. Perdóname, Kitty.

—No tengo nada de qué perdonarte. Estaba cansada y me vino bien dormir temprano, ya que hoy retomo el entrenamiento.

—¿Y Rudolf?

—Supongo que desayunando abajo, no sé. ¿Por qué?

Lisa se encogió de hombros.

—No, no es nada.

—¿Entonces anoche no fue lo que esperabas? —insistió Kitty.

—Él es maravilloso —confesó—, pero venimos de mundos muy distintos y no tendría sentido. Al menos por el momento no. Ya la vida dirá.

—Entonces hay esperanza…

—Sí. Siempre la hay.

Lisa se quedó pensativa, rememorando la noche anterior. Tenía la tarjeta de Max, pero no le había escrito todavía. De hecho, no estaba segura de poder hacerlo. Algo en su corazón la paralizaba, aunque por otra parte Max despertaba en ella mucha curiosidad.

—Despídeme de Rudolf —le dijo a su hermana tras plantarle un beso en la mejilla.

—Lo haré.

El aludido apareció en aquel momento, aprovechando la puerta entreabierta.

—¿Pensabas irte sin despedirte de mí? —se quejó.

—Lo siento, es que pensé que no estabas.

—¿Tan bien te fue anoche que te olvidaste de nuestra cita futura? —La pregunta la hizo reír.

—Prometo aceptar esa cita, a mi regreso —respondió, lo cual hizo sentir a Rudolf un poco satisfecho.

Y, sin más, Lisa bajó de la habitación y se marchó en el Porsche de su padre, ese que Su Alteza Real, el príncipe de Liechtenstein, le había reparado la mañana anterior.

🏔️❄️🏔️❄️🏔️❄️🏔️❄️🏔️❄️🏔️❄️🏔️❄️🏔️❄️

28 de diciembre de 2023

Había dormido poco y mal, sin embargo, se dejó convencer por sus amigos de esquiar esa mañana. Se dirigieron a la telesilla Sareis, que unía Malbun con la cresta la Saraisjoch, permitiéndole a los esquiadores realizar sus frenéticos descensos en pistas de 23 kilómetros, desde una altura de 2000 metros sobre el nivel del mar. La vista desde la telesilla era envidiable. Desde su altura y en franco ascenso, los visitantes podían ser trasladados mientras observaban la montaña nevada, la espesa nieve y los pinos cuajados de ella. Sin embargo, la mente de Max estaba en otra parte y no en el envidiable paisaje invernal al cual ya estaba acostumbrado.

Corona de nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora