Capítulo 15

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6 de enero de 2024

"Día de Reyes". Era un bonito sábado para casarse. El novio continuaba muy nervioso, según pudo constatar Maximilian cuando fue a verlo a mediodía a su casa. Vera se estaba alistando en el hogar de sus padres y apenas si se habían visto en los últimos tres días. El estado de ánimo del príncipe no era mucho mejor. Después de haber hablado con Lisa se sentía un poco más libre para dar el siguiente paso en dirección a Kitty. Sin embargo, sus otros temores y el miedo a echar a perder las cosas, lo tenían paralizado. Esa increíble sensación de poder arriesgarte a todo y, no obstante, poder perderlo en el infructuoso intento, lo tenía al borde de la desazón.

Eran las tres de la tarde cuando el chofer lo llevó a casa de Kitty. La ceremonia estaba prevista para comenzar a las 4 de la tarde, aunque creía que Vera haría esperar al novio un poco más.

Fue Charlotte quien le abrió la puerta. Lo saludó de manera afectuosa y lo hizo pasar.

—Por favor, Maximilian, siéntate. Iré a buscar a Kitty.

—Muchas gracias, señora Meyer.

Al menos la madre de Kitty no parecía molesta con él. Por un momento creyó que desaprobaría aquella invitación, pero al menos no se lo hizo entender así.
Kitty ya estaba lista en su habitación, aunque no había bajado. Cuando sintió que su madre entraba a buscarla, experimentó un cosquilleo en el estómago. Apenas si había podido almorzar.

—Ya está aquí —dijo Charlotte.

—¿Puedo preguntarte algo, mamá?

—Está guapísimo —le respondió.

—¿Cómo sabías que...?

—¿Olvidas que soy tu madre? Creo que, si tuviera tu edad y el príncipe de Liechtenstein apareciera en mi puerta, perdería la cordura —confesó—. Sabes lo que opino de todo esto, pero hay que reconocer que Maximilian es un buen motivo para cometer una insensatez...

—¡Mamá! —exclamó Kitty riendo.

—De acuerdo, ya lo dije. Ahora, mi parte racional de madre menopáusica y divorciada, te pide que te cuides... No bebas mucho. Diviértete y, si necesitas cualquier cosa, llámame.

—Te prometo que estaré bien. Ahora dime cómo está vestido.

—Lleva un chaqué muy elegante. La librea es de color azul oscuro y la corbata celeste, a tono con tu vestido. Chaleco y pantalones grises. En verdad está muy guapo —reafirmó.

—De acuerdo —le dijo Kitty con una sonrisa, intentando imaginarse a Max, aunque no estaba segura de poder acercarse a la realidad.

Se puso de pie lentamente. Tomó el abrigo y el bolso. Su madre le había prestado unos zapatos que combinaban bien con el vestido y tenían un tacón de 5cm, lo suficientemente bajo como para permitirle mantener el equilibrio, a alguien que no solo no estaba acostumbrada a utilizarlos, sino que también estaba privada del sentido de la vista. De cualquier manera Kitty era una chica alta, aunque no tanto como Max.

Charlotte bajó primero, pero se distanció de ellos para darles algo de privacidad. Kitty bajo después hasta el salón de estar. Lo primero que escuchó fue el sonido de Max levantándose del sofá.

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Ella estaba increíble, pensó él mientras se incorporaba. El vestido se le veía precioso, resaltaba el sedoso cabello oscuro de Kitty. Asimismo, se ajustaba en los lugares precisos... No podía apartar la vista del escote corazón, engalanado con la aguamarina que lucía aún más valiosa en el delicado cuello de Kitty. Sus gráciles manos, sujetando el bolso al frente, le daban una visión completa de sus brazos cubiertos con el delicado encaje que subía hasta sus hermosos hombros. Pero esa su rostro, sin duda, lo que más lo atraía. Con un perfecto maquillaje, para nada sobrecargado, Kitty había acentuado su belleza natural.

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