"Lisa". Tenía que haber escuchado mal. Sin embargo, pequeñas evidencias que había pasado por alto comenzaron a hacerse muy patentes para él. Kitty y Lisa compartían el mismo cabello negro y abundante, herencia paterna. Fue por ese motivo por el cual confundió a Kitty con su hermana en la nieve, la primera vez que la vio. Ese había sido el motivo del accidente, además de su terrible imprudencia.
Tanto Lisa como Kitty le habían hablado de sus historias familiares. Lisa le recriminaba a su padre haberla alejado de su madre y hermana. Kitty le reprochaba a su progenitor exactamente lo mismo.
En los libros de Charlotte, aparecían dos brujas adolescentes: Kelly y Lizzie. Si Kelly era la representación de Kitty, Lizzie debía serlo de su hermana Lisa.
Ambas habían estado en Malbun en las mismas fechas. La hermana de Kitty se llamaba Lisa y se encontraba en Sudáfrica. Y Lisa se había marchado a Pretoria a trabajar como médico. ¡Eran demasiadas las evidencias! Luego lo asaltaron las preguntas: ¿Sabía Kitty que había tenido una cita con su hermana? ¿Sabría Lisa de su amistad con Kitty? Sobre lo primero, estaba casi convencido de que no. Las cosas entre Kitty y él no habrían avanzado tanto de saber ella que su hermana había salido con el príncipe de Liechtenstein. Respecto a Lisa, tenía sus dudas... Al parecer estaba informada del accidente, pero, ¿sabría que había sido él, el culpable? ¿Estaba al tanto del desarrollo que había tenido su amistad con Kitty? ¿Esos acontecimientos habrían influido en que Lisa no lo llamara? ¿Le importaba tanto ahora que no lo hubiese hecho?
—Dios, tengo que salir de dudas —se dijo a sí mismo.
Su ofuscación era tal que terminó pidiéndole a un miembro de su equipo que en ocasiones fungía de su chofer, que condujera por él.
—¿Estás bien? —le preguntó Kitty cuando se sentaron en la parte trasera del coche.
—Sí, solo estoy cansado y no tenía deseos de conducir —respondió, aunque su mente estaba perdida en sus pensamientos.
—Max, te confieso que hacía mucho tiempo que no pasaba unas horas tan agradables con mi padre. Siento que desde que apareciste en mi vida solo suceden cosas buenas —le dijo de corazón, sin imaginarse lo confundido que se hallaba el príncipe.
Él la miró por un instante, continuaba muy abatido.
—¿Cosas buenas? Te impacté mientras esquiabas, Kitty. Te hice daño...
—Por esa única vez en la que me hiciste daño, me has hecho muy feliz otras muchas.
Max volvió a mirarla. Tenía miedo de hablarle de Lisa. Creía que, si le contaba la verdad, perjudicaría para siempre aquello tan bonito que construían. Conocía lo suficiente a Kitty como para imaginarse que algo así podía ser suficiente para alejarse de él de manera definitiva.
—¿Escuché que tú hermana está en Sudáfrica? —soltó, con toda la ecuanimidad que le fue posible reunir.
—Sí, forma parte de un equipo de médicos que estarán haciendo cirugías ortopédicas por varios meses en Pretoria.
—Es algo muy importante —comentó escuetamente. Ya no tenía dudas de que eran la misma persona.
—Sí, Lisa es increíble. Muy talentosa y hermosa. Creo que es el tipo de mujer que te gustaría —le dijo con sinceridad—. Sin embargo, te ha tocado conocer a la hermana defectuosa —añadió en broma.
Sin embargo, aquellas palabras hirieron a Max por diferentes motivos. El primero era porque, en realidad, sí había conocido a Lisa, incluso era verdad que le había gustado. El segundo motivo y el más importante, era que odiaba cómo Kitty se refería de sí misma...
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Corona de nieve
RomanceMaximilien Josep Louis -Max-, Príncipe de Liechtenstein, nunca se ha enamorado. Su fama de casanova es más que conocida, aunque a él parece no preocuparle demasiado. Mientras llega su turno de asumir como Jefe de Estado, pretende divertirse cuanto p...