Capítulo 27

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21 de enero de 2024

Despertó primero que él. Sentía la respiración pausada del príncipe y algún ronquido. Acarició su cabeza un instante y suspiró. Todavía no podía creer que le hubiese llamado "amor", pero no había podido evitarlo. Después del concierto fue lo que sintió, las emociones que experimentaba ya se agolparon en su pecho y debía aliviarse de alguna manera. Después de decirle así, Max la había besado en respuesta, apasionadamente. Luego habían hecho el amor y, tras su exhausta entrega, se quedaron profundamente dormidos. Sin embargo, Max no le había dicho nada semejante al amor y le inquietaba un poco haber hablado de manera precipitada.

Max se removió a su lado y la abrazó, ya despierto:

—Buenos días. —Un bostezo se interpuso entre su saludo y luego la besó.

El príncipe se levantó de la cama, pidió desayuno a la habitación y durante el mismo estuvieron conversando de sus siguientes días separados. Maximilian estaría cuatro días en Londres y luego regresaría a buscarla a Vaduz para partir a Pretoria. Kitty tendría que saldar sus compromisos con los medios y se prepararía para el viaje en ese tiempo.
Luego de desayunar, tomaron una ducha juntos, aunque más rápido de lo que ambos deseaban, ya que Max debía partir en la mañana y, aunque fue imposible que no se amaran en esos instantes bajo el agua cálida, debieron separarse pronto. Cuando estaba con él, en la intimidad, Kitty podía estar convencida de que él también la quería, aunque a veces se asustara del ritmo ascendente y trepidante que estaban tomando las cosas entre los dos.

Bajaron al auto, Kitty acompañaría a Maximilian hasta el avión y luego su chofer la devolvería a Vaduz en el coche. El trayecto lo hicieron en silencio, luego de tres días con ella, se sentía extraño dejarla atrás. Ella experimentaba una inquietud semejante.

—Que tengas buen vuelo, Max...

—Te llamaré cuando aterrice —le prometió él, acariciando su mejilla tras darle un beso—. Hablaremos todos los días...

—Sí. Éxitos en tus compromisos.

—Gracias, te extrañaré mucho, amor mío... —expresó como colofón de aquel último beso que le diera.

Max pudo apreciar, con satisfacción, la sonrisa en el rostro sorprendido de Kitty y eso le dio la certeza de que todo estaba bien entre ellos.

—Yo también te voy a extrañar, amor.
Max la abrazó, sabía que no era fácil para ella decirlo, pero precisamente por eso, sus palabras resultaban invaluables para él.

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Su madre la estaba esperando en casa y le dio un abrazo enseguida. Aunque no se lo dijera, estaba preocupada por cómo podían resultar las cosas entre su hija y el príncipe. No obstante, vio a Kitty tan feliz que no pudo menos que alegrarse por ellos de corazón.

—¡Te noto tan contenta! —exclamó Charlotte—. Eso quiere decir que las cosas están muy bien con Maximilian.

—Sí —reconoció Kitty—. Muy bien.
Nosotros... —se ruborizó—. Yo sé que es una locura, pero está siendo increíble...

—Qué bueno, Kitty, solo no...

—Estaré bien, te lo prometo. En unos días viajaremos finalmente a Pretoria. Me encontraré con Lisa y podré conocer a su hermana y a sus sobrinos...

—Es un paso importante. Noto a Maximilian con mucha seriedad contigo. Eso me gusta, aunque por otra parte reconozco que me da miedo...

—No es preciso que me lo digas, mamá. No necesito que tus miedos se sumen a los míos. Te aseguro de que estoy consciente de los riesgos de todo esto, de que es una relación condenada al fracaso, pero mientras tanto quiero ser feliz siendo su novia.

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