Capítulo 17

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9 de enero de 2024

Se despertó temprano. Kitty continuaba abrazada a él, profundamente dormida; era la encarnación de la ternura. Max acarició su frente y le dió un ligero beso; luego se las ingenió para salir de la cama sin que ella se despertara. Necesitaba pedir el desayuno.

Caminó descalzo por el suelo alfombrado, vestido únicamente por un camiseta y un calzoncillo, un poco más cubierto de lo que acostumbraba para ir a dormir, ya que solía hacerlo desnudo. Sin embargo, no podía asustar a Kitty de nuevo con tan poca indumentaria. No había dado ni media docena de pasos en el salón cuando se topó con Rudolf, quien llegaba con un vaso de humeante café, y una bandeja con unos bocadillos. El susto del pelirrojo fue tal que estuvo a punto de dejar caer la bandeja.

—¿Pero qué diablos haces aquí? —No pudo evitar que esa fuera su primera pregunta y que se escuchara tan áspera.

Max le sonrió.

—Buenos días para ti también.
Rudolf parpadeó, varias veces, intentando procesar la situación.

—Disculpa, buenos días. —Dejó la bandeja encima de la mesa—. Es que no sé qué decir en una circunstancia como esta.

—Lo comprendo, pero te aseguro que no ha sucedido nada de lo que no estés enterado. Kitty y yo, hasta el día de hoy, solo somos buenos amigos. Anoche aparecí de sorpresa y tuvo la deferencia de permitirme quedar a dormir. Ya sé que no te debo explicaciones, pero me consta que te preocupas por ella y que son un excelente equipo, así que no tengo a menos despejar las dudas que obviamente te deben rondar.

Max se sentó en una silla y comenzó a beberse el café de Kitty. Rudolf frunció el ceño pero Max se encogió de hombros.

—Gracias, está estupendo. No te preocupes, llamaré al servicio de habitación por más desayuno para ella.

Rudolf también tomó asiento.

—Max, no tengo nada en contra tuya. Opino que eres una buena persona, pero no te has percatado de lo que estás haciendo. Kitty está en la semana más decisiva de su carrera, y la estás distrayendo de su objetivo. Supongamos que ella es capaz de asumir esa distracción y, no obstante ella, enfocarse en el entrenamiento... El problema no es solo ese. Kitty puede perder el título este año y ganarlo más adelante, lo que no puede suceder es que termine con el corazón roto por un príncipe privilegiado que no sabe lo que quiere —soltó.

Max volvió a sonreír, irónico.

—Y eso que no tienes ni la mitad de los elementos para que te caiga realmente mal. —Maximilian se estaba refiriendo a Lisa, algo que imaginaba que Rudolf ignoraba. Sin embargo, fue el pelirrojo quien terminó riéndose de él.

—Si te refieres a tu cita con Lisa, ya estoy enterado. Ella prefirió decírmelo antes de que lo descubriera más adelante por otra vía. Y no, no me caes mal.

Max estaba desconcertado.

—¿Lo sabes?

—Sí. No tengo problemas con eso. Sé muy bien lo que ella siente por mí como para dármelas de inseguro sin motivo alguno. Sin embargo, esto puede destruir a Kitty, más aún si terminas saliendo de su vida y ella resultara ser para ti solo un capricho.

—No es un capricho, te lo aseguro. En cuanto a Lisa, no sucedió nada entre nosotros y Kitty lo comprenderá cuando llegue el momento oportuno de conocerlo.

—Ojalá sea así. No obstante, te suplico que, a tan pocos días de la competición, no digas nada y además te comportes como el caballero que se supone que eres. Si la haces sufrir, te aseguro que no me importará terminar en la cárcel después de haberte dado una golpiza.

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