Capítulo 20

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La sorpresa se reflejó al instante en su rostro cuando leyó el mensaje; levantó la mirada del teléfono como si buscara a alguien.

—¿Sucede algo? —le preguntó Luan.

—Discúlpame, necesito un par de minutos. Me he encontrado a alguien que conozco...

Luan lo observó levantarse. Max estaba ofuscado, nervioso, perdido en sus pensamientos... El sudafricano tenía mucha curiosidad, pero no le preguntó más.

El príncipe salió al corredor. No la veía por ninguna parte. Anduvo unos metros sin rumbo fijo hasta que decidió escribirle un mensaje.

"¿Dónde estás?" —preguntó.

"Perdona, tuve que subir a cirugía con un paciente, aunque me gustaría hablar contigo. Debo terminar al mediodía".

"De acuerdo. Luego dime dónde puedo encontrarte".

Y no obtuvo más respuesta. Lisa recién había comenzado su trabajo y no debía interferir. Sin embargo, ¡qué sorprendido estaba! ¿Cuáles eran las posibilidades de que algo como eso sucediera? ¡Lisa y él en el mismo hospital! No se veían desde... El recuerdo de su cita con ella acudió a su memoria, de forma vívida; tampoco había pasado tanto tiempo. Negó con la cabeza y tomó su teléfono. Era Kitty quien le preocupaba, era Kitty su único interés... Quería llamarla antes de que tomara su vuelo a Barcelona para desearle buen viaje. No obstante, por más que insistió, solo le saltaba el buzón.

—¿Todo en orden? —Luan se acercó a él—. La enfermera me ha avisado que Caroline está despierta y que puede recibir visitas.

—Excelente noticia. ¿Vamos?

—¿No pensabas saludar a alguien? —preguntó el sudafricano confundido.

—Sí, pero tendrá que ser más tarde. Luego te contaré de quien se trataba.

—De acuerdo.

Los cuñados y amigos subieron en el ascensor y se dirigieron a la habitación donde se hallaba Caroline. Fue un gusto para ambos verla despierta y más recuperada, con Lucas en los brazos, a quien la madre no veía desde la cesárea.
Fue Luan quien primero entró y le dio un breve beso en los labios, mientras acariciaba la cabeza de su hijo.

—Verlos a los dos, así, es una de mis imágenes favoritas y sé que un recuerdo que atesoraré para siempre. Te amo, Carol. Los amo.

Carol besó por un instante a su esposo de nuevo, antes de voltearse hacia Max, extendiéndole una mano llena de vías a causa del suero.

—No imaginas la alegría que siento de que estés aquí, Max querido.

Él la abrazó, luego se quedó mirando a su pequeño y tierno sobrino:

—Los quiero tanto... —Estaba realmente emocionado—. Me hace muy feliz verte bien, Carol, no imaginas lo preocupado que estaba por ustedes. Nuestros padres me llamaron hace poco. Vendrán dentro de unos minutos, también Kande, Quentin y Alisha.

La princesa sonrió. Nada la hacía sentir más afortunada que ver a su familia al completo.

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Barcelona, 11 de enero de 2024

Habían llegado a España, luego de un día de viaje: veinte minutos de Malbun a Vaduz por coche; Kitty se detuvo en su casa a tomar el equipaje que tenía listo, le dió un beso a su madre, y partieron en tren por hora y media con destino a Zurich. Una vez allí, abordaron un vuelo hacia Barcelona que aterrizó en menos de dos horas.

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