Capítulo 28

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Caroline y su esposo Luan tenían un hermoso departamento en Pretoria, que adquirieron justo antes de convertirse en padres de su primera hija: Alisha, la bella sobrina de la que Max le hablaba con inmenso orgullo. Timbavati, aunque era su remanso de paz y el verdadero hogar del matrimonio Edwards, no era el lugar más conveniente, por su distancia y características, para una mujer embarazada o un recién nacido. A ello debía sumársele el hecho de que Caroline dirigiera una ONG con sede en la propia ciudad, con la cual debían permanecer allí parte de su tiempo.
Maximilian le había dicho también que serían huéspedes en la casa de su hermana; su equipo de seguridad y hasta sus padres habían insistido en que se alojaran en un hotel, pero Max quería pasar tiempo con su familia y eso era prioritario para él, más que su privacidad.

Una vez que llegaron al departamento, ubicado en Brooklyn, una exclusiva área de Pretoria, fueron recibidos por Luan. Kitty escuchó su voz alegre y bien timbrada, mientras les daba la bienvenida:

—¡Su Alteza Maximilian y su linda novia! Esto es un acontecimiento histórico. —Rio.

Max también sonrió. Era consciente de que era la primera pareja que les presentaba.

—Luan, ella es...

—¡Kitty! —lo interrumpió el sudafricano estrechando la mano de la esquiadora—. Se habla mucho de ti en esta casa. Es un gusto conocer a la famosa esquiadora que le ha robado el corazón a nuestro Max...

El aludido se ruborizó.

—He sido siempre un buen cuñado contigo, Luan, pero te estás divirtiendo a mis costillas... Y eso no lo perdono.

—Eres un buen cuñado, pero en el pasado me pusiste también en aprietos, es justo que haga lo mismo ahora que tienes a Kitty en tu vida. Es una justa retribución.

—Me alegra mucho conocerte, Luan —repuso Kitty—, de las historias de Max conozco a casi toda la familia y puedo imaginarme la belleza de Timbavati.

—Gracias, espero que puedan ir un día, pero por favor, pasen... Caroline está en su habitación con Lucas y muere por verlos.

Kitty le dio el brazo a Max, para dejarse conducir despacio por el corredor. El príncipe le fue explicando la composición de la casa, como siempre hacía cuando estaban en un lugar nuevo, algo que le encantaba de él y que decía mucho de su sensibilidad.

Supo que ya habían llegado cuando escuchó la voz de Caroline:

—¡Kitty!

—Y así es como mi querida hermana me recibe —Rio Max.

—Es que tenía muchos deseos de conocerla —repuso Caroline, quien se levantó con cuidado del sillón donde se hallaba. Entre la cesárea y el dolor de las costillas, no estaba en su mejor momento.

Max colocó a Kitty frente a Caroline, y la princesa le dio un beso.

—Muchas gracias por recibirme con tanta calidez, es un gusto conocer a la hermana favorita de Max.

—Soy la única —rio Carol —, pero siempre he sido su favorita. Ahora lo comparto contigo, pero de corazón me hace muy feliz conocerte al fin. A fin de cuentas, eres alguien muy importante, puesto que fue por ti por quien me dejó abandonada unos días atrás... No importa, está más que perdonado, ya que fue por el mejor de los motivos. ¡Qué emocionados estábamos nosotros con los títulos mundiales! Maximilian definitivamente tenía que estar.

—Agradezco mucho que Max haya podido asistir a la competencia y recibir de sus manos mi primera medalla, aunque también sé que tenía muchos deseos de regresar con ustedes y yo también tenía muchos deseos de acompañarlo. Gracias por la hospitalidad.

Corona de nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora