Arribaron a Verbier al mediodía. Caroline, Kitty y Lisa experimentaban cierta sensación extraña, avivada por el hecho de que Maximilian no contestaba su celular. Muy pronto la angustia fue mayor cuando se toparon con Karl, los chicos y un par de rescatistas del hotel. Kitty, sin verlos, pudo percibir el temor reinante que dejaban traslucir en sus voces.
—Lo siento —fue Gunther quien les explicó por un instante—. Maximilian se fue a esquiar solo, pese al peligro de avalancha del que ya estaba advertido. Nos informaron que lo vieron fuera de las pistas y vamos a ir en su búsqueda.
—¡Dios mío! —exclamó Kitty, quien sabía lo riesgoso que podía ser algo como eso. Tal vez no le sucediera nada; o quizás sí. La nieve era impredecible.
Lo peor era que Max se había ido fuera de las pistas. Esquiar sobre nieve virgen era una temeridad, ya que podía provocarse una avalancha en circunstancias adversas, como parecían ser aquellas.
—Lo traeremos pronto, Kitty —la confortó—. En cuanto sepa que estás aquí regresará de inmediato.
Caroline estaba casi convencida de que aquella imprudencia de Maximilian se debía a la fuerte discusión que tuvo con su padre y a lo ofuscado que debía estar su hermano como resultado de las increpaciones de su progenitor. Había hablado con su padre anteriormente y sabía que estaba sumamente molesto.
—Gunther —lo detuvo Kitty un instante—, yo voy con ustedes.
—Kitty, es peligroso —objetó Lisa nerviosa—, y aún más en tu estado. ¡No debes!
Caroline comprendió entonces que Kitty debía estar embarazada.
—Igual no puedo quedarme aquí —repuso con decisión la esquiadora—. Muero de incertidumbre. Compréndeme, Lisa.
Gunther aceptó su compañía sin más dilación, pues debían darse prisa. Kitty había viajado sin material de esquiar, así que los chicos del hotel le dieron una mochila con airbag y lo imprescindible.
Partieron en varias motonieves hasta el área donde decían haberlo visto la última vez. Kitty viajaba en la de Gunther, sujeta a él, muy angustiada.Maximilian tenía un localizador en la pulsera de su muñeca por seguridad, así que Karl encabezaba la comitiva, guiándoles hasta él.
—Ya lo veo —le anunció Gunther en voz alta—. ¡Mierda! —soltó después al divisar el quiebre de la nieve, moviéndose peligrosamente al rededor del príncipe.
El grupo se detuvo, guardando una distancia segura. No estaban seguros de que Max los hubiese visto imbuido, como estaba, en el peligro. Kitty iba a preguntar qué sucedía, pero el sonido de la nieve moviéndose le indicó que Maximilian debía hallarse en medio de una avalancha.
—¿Lleva su airbag? —Fue lo único que preguntó, paralizada por el horror que aquel panorama representaba.
Las mochilas con airbag ayudaban a la flotabilidad del cuerpo durante una avalancha o alud, cuando el esquiador lo ponía en funcionamiento, aumentando hasta 150 litros el volumen de la persona, lo que le permitía mantenerse en la superficie. No obstante, Kitty sabía que los airbag no siempre podían salvarle la vida al esquiador. Su peor temor se confirmó cuando Gunther le informó, sobrecogido:
—Ya no lo veo en la superficie...
Unos segundos después, fue un poco más seguro para que se acercararan, ya que la avalancha había terminado, dejando un desolador panorama a su paso. El grupo tenía cierta idea de en dónde podía hallarse Maximilian, sepultado en la nieve. Gracias a Karl y al localizador del príncipe, esto se pudo saber con mayor exactitud.
Kitty se colocó unas raquetas en los pies y, con los bastones, siguió al grupo hasta el área consabida, tenían todos mucho miedo de lo que pudiera pasarle al príncipe.
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Corona de nieve
RomanceMaximilien Josep Louis -Max-, Príncipe de Liechtenstein, nunca se ha enamorado. Su fama de casanova es más que conocida, aunque a él parece no preocuparle demasiado. Mientras llega su turno de asumir como Jefe de Estado, pretende divertirse cuanto p...