Capítulo 42

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18 de enero de 2025

Había llegado el gran día. La boda de sus padres. La boda de Lisa y Rudolf. Sin embargo, lo que la tenía nerviosa era la posibilidad de que Maximilian asistiera. En realidad, tenía miedo ya de que no fuera... Tras su ausencia en la premier del documental y de aquel emotivo momento que la descolocó por completo, Kitty se hallaba más que desesperada por, al menos, tenerlo un poco cerca. Aquellas ansias indescriptibles pugnaban con su resolución de dejarlo ir. Algo muy dentro suyo moría por estar de nuevo en sus brazos, aunque intentara engañarse a sí misma.

Tras el documental, estuvo tentada de escribirle. No lo hizo por cobarde. No obstante, en un instante de sinceridad, tomó a Caroline de la mano y, todavía con lágrimas en sus ojos, le había pedido que le dijera a Maximilian: "Gracias". No era lo que él esperaba, lo sabía, pero era lo único que podía decirle para no comprometer su decisión.

Se hallaban en el Four Seasons de Ginebra, un elegante hotel enclavado en un antiguo edificio a orillas del Lago, que databa de 1834. La ceremonia sería a las 4 de la tarde en los jardines. Luego, tendrían una cena en un salón, proveniente desde la alta cocina del restaurante Il Lago y, para cerrar, una fiesta.

Para prepararse la familia se había hospedado en tres habitaciones: una para Alex y Charlotte; otra para Lisa y Rudolf; y una para Kitty. Esta última lo consideraba innecesario ya que ella no estaba propiamente de Luna de Miel, mas todos insistieron en que se quedara, ya que era mucho más cómodo alojarse en el hotel tras la fiesta y no salir en la madrugada, sola, hacia cualquiera de los dos departamentos. Asimismo, las habitaciones eran el lugar propicio para que se alistaran los novios antes de la ceremonia. Kitty sería dama de honor de su madre y hermana, y fue una de las primeras en estar lista.

—Kitty, te ves increíble —le dijo su madre de corazón, luego de que terminaran de maquillarla y peinarla.

—Muchas gracias, mamá.

La esquiadora llevaba un vestido de gala, con escote corazón y mangas cortas de encaje de color gris azulado con detalles en plata y una abertura en la pierna, dándole un aspecto moderno a su elegante atuendo. El cabello lo llevaba en un semirecorrido.

Kitty aprovechó la oportunidad para, una vez lista, ir a encontrarse con Rudolf. Se orientó por el corredor hasta dar con la habitación correcta. El pelirrojo abrió la puerta, con su elegante traje de etiqueta y, aunque Kitty no podía verlo, se lo imaginaba muy guapo.

—Kitty, estás preciosa. Por favor, pasa.

La aludida sonrió.

—Dice mi corazón que luces muy apuesto y que Lisa quedará encantada cuando te vea.

—Eso espero —soltó una risita—. ¿Ella ya está lista? Muero de nervios.

—Aún no, pero falta poco. Luego que salga de aquí iré a su habitación. Su vestido es hermoso. Lo he recorrido con mis dedos y es realmente un sueño. Sé que tú también estarás impresionado.

—Gracias, querida amiga. Por cierto, aunque estoy amando tu visita, tengo la impresión de que hay algo que te inquieta y que has venido precisamente por eso...

Kitty se ruborizó y se dejó caer sobre la cama. A Rudolf no podía mentirle.

—Tienes razón. Yo... —No sabía por qué se sentía tan nerviosa—. Quería saber si Max había confirmado su asistencia y si habías hablado con él...

Rudolf suspiró.

—Quieres que venga, ¿cierto?

—Lo extraño todos los días, amigo —confesó con un nudo en la garganta—. Y sé que no tengo derecho a decírselo, porque en definitiva mi situación seguirá siendo la misma. No obstante, la incertidumbre de no saber si vendrá o no, es terrible. Me genera mucha ansiedad.

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