Capítulo 26

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Su primera vez. A los veintisiete años. Casi podía reírse de sí misma, pero estaba demasiado feliz y enamorada como para poder hacerlo. "Enamorada" —repitió, y se estremeció. Sabía que lo estaba, no tenía motivo alguno para engañarse a sí misma.

—¿Estás bien? —le preguntó Maximilian.
Kitty se giró hacia él y escondió el rostro en su hombro. "Estoy más feliz que con el título mundial", pero creyó que lo asustaría si le decía eso.

—Nunca he estado mejor —dijo en su lugar.

—¿Era cómo esperabas?

Ella le dió un beso, luego de sonreírle.

—¿Qué crees?

—Creo que, de ahora en lo adelante, no podrás vivir sin mí y sin esto...

Kitty soltó una carcajada.

—Hasta en estas circunstancias continúas siendo un engreído, Max.

El príncipe la abrazó aún más contra su cuerpo y le acarició la espalda.

—Te ves muy bonita así, mucho mejor que con el pijama a cuadros, aunque lo adore...

—Por supuesto que para ti es mucho mejor que me encuentre así... Es más conveniente para tus oscuros propósitos.

—Por supuesto, además, esta noche podré, al fin, dormir contigo sin ropa.

—Cuento con eso. —Kitty se aferró a su rostro y le dio otro largo beso—. Gracias...

—¿Por qué? —Él príncipe se extrañó.

—Por esto —respondió ella con la voz ronca—. Y no me refiero al sexo, sino a nosotros.

—El "nosotros" es algo que me encanta y no tienes que agradecerme por ello, en todo caso hemos sido los dos quienes lo hemos construido. Claro, yo me he esforzado más —rio—, he tenido que conquistarte poco a poco, regresar de Sudáfrica en tiempo récord y otras tantas cosas que me he visto obligado a hacer...

—Te recuerdo que yo te besé primero —objetó.

—Es cierto, aunque el primero, en realidad, fue una linda torpeza de mi parte en la salón de tu casa, ¿lo has olvidado? —Ella negó con la cabeza—. Sin embargo, sobre lo que dijiste antes, te voy a corregir en otra cosa...

—¿En qué?

—Esto no es solo sexo, y lo sabes.
Kitty se tensó en el acto, Maximilian lo percibió. Sin embargo, no se atrevió a decirle nada.

—No es solo sexo —prosiguió él—, porque eres mi novia y hay sentimientos involucrados...

—¿Cómo lo sabes? —preguntó con un hilo de voz.

—De los míos tengo certeza —respondió con tranquilidad, acariciando su cabeza—, y de los tuyos también estoy seguro. Te conozco lo suficiente como para saber que esto no hubiese sucedido si no me quisieras, del mismo modo que yo también te quiero a ti...

Kitty no dijo nada, permaneció en sus brazos como si aquellas palabras no hubiesen existido. Tenía miedo, mucho miedo, de lo que estaba sintiendo por él y de reconocerlo.

—No tienes que contestar —prosiguió Maximilian—. Sé que tienes miedo y que esto es algo nuevo para ti. Sin embargo, debes comprender que también yo estoy en un terreno desconocido, que a veces también tengo miedo, sobre todo de herirte, pero luego estoy a tu lado y las inseguridades se esfuman.

—No deberían esfumarse, esto sigue siendo tan vulnerable como el primer día...

—Lo sé, pero he comprendido que, si ha logrado ser, es porque nosotros mismos lo hemos hecho posible. Y esa es nuestra principal fortaleza, Kitty. Te prometo que haré todo lo posible por llevar esto adelante, solo necesito, una vez más, que confíes en mí.

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