< Parte décimo quinta >

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Pov Jude.

Suelto un pequeño bostezo estirando mis piernas sobre la cama, la tenue luz de la lámpara en la mesita de noche iluminaba la habitación; la oscuridad en atraves de las ventanas indicaban que había anochecido. Tanteo mi teléfono para ver la hora 20:12 pm, ¿Tan rápido pasó?.

Había llegado del fisio hace como dos horas y le avisé a mi madre que me tiraría un rato en la cama, me aburrí y no me dió sueño entonces tomé uno de los libros de Anna; en específico "Los ojos gritan", porque me llamó la atención el título.

" Se acerca el viento, y ya extraño tu calor... Mi camiseta todavía tiene tu fragancia... Ojalá nos estuviéramos besando, en lugar de estarnos extrañando..."

No pude evitar que se me escapara una sonrisa fugaz, recordé el escenario en la cancha nuestro primer cruce de miradas. En realidad yo no estaba buscando a nadie en la afición, sabía dónde se ubicaba mi madre; pero mi atención se posó en ella ese día, sus cabellos castaños enrulados enredados por la brisa de otoño, la manera en la cuál sus mejillas se tornaban del color de los melocotones, sus ojos marrones y sus labios apenas rojos naturales.

Era una de las chicas más bonitas luciendo sencilla que había visto, pasaba desapercibida con su presencia y eso llamaba mí atención; su sonrisa tímida, había apartado la mirada de la mía al instante sintiéndose avergonzada, eso la hacía aún más bonita y su pequeña contextura física me empezó a volver loco de la ternura.

-Duermo para que podamos encontrarnos en mis sueños...- leí cambiando de página, jamás me había interesado tanto un libro como para estar leyendo ya cincuenta páginas.

Este libro constaba de cartas de una admiradora secreta a un chico, es interesante porque en cada hoja ella le escribe un poema diferente. Cuando estaba por leer la siguiente hoja, mi teléfono comienza a vibrar, lo tomo y una risa divertida se hace presente al notar la cara de mi querido hermano en la pantalla principal, me llamaba por Facetime.

- ¡Hey...hermanito!- saludo animadamente regalandole mi mejor sonrisa.

- Holaa Judy, ¿Qué tal todo?- contesta por lo que veo sentado en un sillón.

- Mejor que antes, ¿Y tú qué haces?- pregunté llevando una mano a mi cabello para jugar con él.

- Me alegra oir eso, pues nada recién llego de entrenar y estoy descansando - suspira mostrándome el mando de la Xbox- ¿Tú qué haces? No me digas que ya durmiendo, eres todo un abuelo...- se burla riéndose un poco.

Rodé los ojos y le enseñé el libro que reposaba sobre mi pecho, este su risa cesa y ahora abre la boca con una mueca dramática.

- ¿Acaso mamá te castigo y te puso a leer?- preguntó entre risas.

-No leo por castigo tonto, enserio me gusta el libro - me encogí de hombros sin vergüenza de admitirlo.

Este soltó una carcajada exagerada y se llevó la mano libre a su rostro, sonreí rodando los ojos, es un pesado.

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