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La mente de Obi-Wan se negaba a creer que la mujer que tenía enfrente fuera real

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La mente de Obi-Wan se negaba a creer que la mujer que tenía enfrente fuera real. Desde que habían iniciado las guerras clon apenas se habían visto y la oportunidad de decirle a Karissa que él también había estado confundido había quedado olvidada en los más profundo de su mente, pero tenerla frente a él suponia un reto muy grande, controlar sus sentimientos por si estos decidían volver a perturbarlo.

—Misa llegar con las especias —la voz de Jar Jar lo saco de su ensimismamiento.

—Excelente Jar Jar —dijo Obi-Wan—. Suponiendo que los piratas todavía tienen a Dooku para negociar.

Como si Obi-Wan hubiera invocado el nombre del conde, a lo lejos se escuchó una nave despegando.

—Eso responde a cualquier pregunta —dijo Karissa.

—Bueno, ahí tienes tu respuesta —le dijo Anakin al pirata.

—Comandante, encienda los motores —ordeno Obi-Wan.

—¿Y ahora qué jedi? ¿Van a arrestarme?

—Yo sugeriría que te enterráramos vivo —dijo Karissa, acercándose—. Pero como no es algo que haría un jedi arrestarte es una idea mejor.

—No —dijo Obi-Wan, apagando su sable—. Anakin, libéralo.

—¿Qué? —dijeron Karissa y Anakin al unísono.

—Capitán, no tiene nada que queramos y ahora que no somos prisioneros no tiene poder de negociación —dijo Obi-Wan, ignorando a los dos jedis.

—¿Qué no estaiban en probleimas? —dijo Jar Jar—. Misa rescatarlos.

—No, Jar Jar no estábamos en problemas —dijo Anakin.

—No lo parecía —susurro Karissa.

—Partimos en condiciones neutrales —dijo Obi-Wan.

Obi-Wan subió a su nave, pero antes de darle la espalda completamente a Hondo, le advirtió que el conde Dooku no compartía el mismo sentido del honor que los jedi y que seguramente este se vengaría. Cuando regresaron al crucero Obi-Wan junto a Anakin se dirigieron al centro de mando y cuando estaban a punto de contactar con el consejo la señal de autorización para aterrizar llamo su atención.

Antes de que alguien mencionara quién era la persona que estaba aterrizando en el hangar Obi-Wan la sintió, Karissa estaba ahí los había estado siguiendo y aquello hizo que algo se removiera en el pecho de Obi-Wan, algo que hasta hace unos días creía muerto.

—Parece que siempre voy a tener que rescatarte, Kenobi —dijo Karissa recargándose en el umbral de la puerta.

—Debo agradecerte por el rescate —dijo Obi-Wan.

—Solo cumplo mi deber, pero estoy aquí porque el maestro Yoda me prometió que ustedes me ayudarían en la batalla que mi batallón está librando en el borde exterior —dijo Karissa, preocupada—. Ya he perdido muchos hombres y si no me marcho ahora todos van a morir.

Illicit affairs | Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora