13. Todo lo que no puedo decirte con palabras.

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NARRADOR OMNISCIENTE.

Becky se había quedado petrificada ante las noticias de William, no le cabía en la cabeza que el padre de Freen está muerto, incluso, no sabe qué hacer ni que decir, sin embargo, se sintió mal por usar las palabras incorrectamente.

No le cabía en la cabeza que aquello pudiese ser verdad y tuvo que preguntarle a William lo mismo más de dos veces para asegurarse de que estaba escuchando bien. Afinó el oído y su corazón dio un vuelvo lleno de culpa.

Ahora mismo, en la soledad de la sala de prácticas son su voz interior <<la cual no dejaba de juzgarla>> no podía sentirse peor persona cosa que se le hacía muy extraño, Becky no era de sentirse mal por nadie por más que sus palabras hubiesen afectado a cualquiera.

Así que, por lo mismo, no se atrevió a salir de ahí hasta que la noche llegó situándose en una posición donde su cara no se mirara a cualquier persona que entrara por ahí, que no pasó, como le hubiese avisado a todos que no lo hicieran. La soledad y los pensamientos poco a poco se la estaban comiendo.

Suspiraba y pensaba si era buena idea ir a donde estaba Freen, cosa que le parecía incorrecta, pero su corazón mandataba que sí, que no importaba nada y que era momento de pedirle perdón por hacerle la vida una mierda. Jugó con sus dedos nerviosa y casi que anestesiada, sin poder detener ese círculo de <<pídele perdón>>.

—Mierda —masculló.

Culpa.

Culpa.

Culpa.

Eso era lo único que sentía en ese momento, hirió los sentimientos de alguien que no hizo más que ir a visitar a su padre. Se pasó la mano por la cara en modo de frustración y sin nada más que hacer o decir, se colocó de pie, sacudió su ropa y su mano, se preparó para salir.

Insegura de sus acciones, pero segura de las palabras que había estado ensayando antes de caminar directamente a la sala donde se encontraba Freen, antes de siquiera pararse en la puerta cerró y abrió su mano cuestionándose si era lo correcto. Infló sus mejillas y cerró los ojos.

—No debe ser tan difícil. Entras, pides, perdón, sales es así como Inicio, desarrollo, salida, solo eso, Becky, más nada —llenó su pecho de aire—. Tú puedes.

<<Mierda, me estoy dando motivación como si fuera a correr un puto maratón>>.

Aquella se estaba echando maldiciones, no podía creer que hablar con un ser humano común y corriente como cualquier otro fuese tan difícil, pensar que esa mirada triste que notó al final del día no era más que una Freen que tenía el recuerdo de su padre.

Pero no precisamente en vida.

Y eso sí que terminó de lastimar su corazón ya que jamás se imaginó que podía ser esa la realidad de las cosas. Sus palabras fueron crudas y por más noción que tuviera de eso, su orgullo era enorme.

—Papá dijo que nadie merece mi perdón, ¿por qué lo tendría que hacerlo ahora? —hizo una pausa—. Sí, mejor me... mierda, Becky, deja de ser tan cobarde.

<<Y deja de hablar sola que pareces loca ya>>.

Tomó el pomo de la puerta y la abrió sin hacer mucho ruido y por la rendija se permitió mirar hacia adentro, desde donde estaba encontró a una Freen con cuadernos en el suelo, escribiendo y una portátil. Eso era lo importante que tenía que hacer. Abrió y cerró los labios, algo indecisa de si debía o no interrumpir.

Pero ahí mismo, podía ver como la pelinegra se rascaba la cabeza con dudas sin disipar, algo que, Becky no pudo evitar ver como tierno y quitar esa cara de ogro convirtiéndola en una más relajada y compresiva. Freen ni siquiera se había percatado de aquella mirada que la observaba desde la puerta.

AMOR DE CINE || FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora