35. La chica mas feliz

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BECKY ARMSTRONG

Sentía que llevaba semanas postrada en una cama, de esas veces que te duele el cuerpo, pero no lo puedes mover. Cuando te sientes inútil, así me sentía en estos momentos. No podía moverme, no podía abrir los ojos. Solo sentía la oscuridad consumirme.

Poco a poco presentía que todos se olvidaban de mí, ¿pero por qué ese sentimiento?

No sé lo que pasa por la cabeza de nadie, sin embargo, no puedo dejar de sentirme culpable.

Escuchaba la voz de Freen, la de mi madre, la de William, Charlotte y Engfa. Incluso, hasta la voz de Amanda. Pero no podía responderle.

Quería decirle que estaba bien; que lo único que sentía dolor en mi era el corazón por no poder decirles que las quiero como siempre, que no importa estar aquí, que no importa lo que haya pasado. Ellas ni él tienen la culpa.

Quería decirle que se guarden las lágrimas. Que no vale la pena seguirme llorando.

No sé si estaré bien, porque no me puedo mover. Veía oscuridad y de vez en cuando, poca claridad, pero nada de moverme ni abrir los ojos. ¿Es este mi fin?

Seguro es la forma que tiene la vida de decirme que no puedo ser feliz.

Que eso no estaba escrito en mi libro de vida. Que Freen merece a alguien que le dé más de lo que yo puedo.

Pero no quería ser olvidaba. Esa sensación en el pecho me ardía. Mierda. Abre los ojos, Becky.

No puedo.

No podré.

Me quedaré aquí.

En otra vida será que te haga feliz, Fini.

FREEN SAROCHA

DOS MESES DESPUÉS.

Se sentía eterno. Sentía que la vida, los días, los segundos, las horas, que todo pasaba lento. Que nada avanzaría y que Becky  jamás despertaría.

Pero a pesar de sentir aquello, no perdimos las esperanzas, pasábamos más tiempo en el hospital que en nuestras casas, aunque nos turnábamos para así hacerle guardia a Becky. Me quedaba hasta cierta hora por la universidad, William era el que más tiempo duraba. Y la madre de Becky no sabía donde meterse.

Engfa  y Charlotte se quedaban juntas sin ningún problema, aunque Charlotte era que pasaba la mayor parte del tiempo sola.

Y en todo ese tiempo, probar bocado a mí se me hacía un suplicio. La comida no me sabía a nada y era más lo que lloraba que lo que comía o dormía. Las noches junto con las pesadillas eran terribles. Deseaba que todo terminara, pero mientras no me den noticias de Becky, no estaré completamente bien.

Volví al departamento, lo limpiaba y cada que podía descansaba en él. Aunque la casa de mi madre para mí se tornó más segura.

De la empresa se estaba encargando William y yo de vez en cuando que le ayudaba, pero este no se le veía con muchos ánimos de seguir, todas las revistas hablaban del accidente de Becky, y cada que un periodista se podía acercar, no perdían el tiempo.

Llegamos al punto de poner guardias en la puerta de Becky, ya que todo eso era preocupante. La gente comentaba y se creaban muchos rumores de lo que realmente sucedió, pero nadie saldría a dar respuestas; puesto que nadie se sentía capacitado para ello.

Jimin ha estado viniendo, pero no lo dejamos pasar a la habitación y he pasado pocas palabras con él. No me interesa ni siquiera verlo, si es por mí se puede ir. Después de esa mentira, creo que luego del padre de Becky, es el ser humano que peor me cae bien.

AMOR DE CINE || FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora