BECKY ARMSTRONGComo era costumbre, me desperté muy temprano. Pero con la diferencia de que lo primero que hice fue salir a ver si Freen ya se encontraba igual que yo o seguía descansado. Miré la hora en mi reloj, recordando lo que Engfa me dijo de sus horarios en la universidad.
—Hoy es martes. Los martes se tiene que despertar a las ocho, perfecto. Le quedan diez minutos más —cerré mi mano mientras pensaba en lo que podía hacer.
Tocar su puerta y despertarla no sería de muy buena agrado, ella se preguntaría el cómo sé todo eso. Pero no debe saberlo, o sea... mierda, ¿qué hago?
Me paré frente a la puerta de Freen y levanté mi mano en un puño para golpearla, pero no, en vez de eso cambié de idea y abrí la puerta muy despacio para no despertarla. Abrí un espacio para meter primero mi cabeza y ya después mi cuerpo.
Analicé el lugar y lo oscuro que estaba todo gracias a que las cortinas eran muy opacas. Pasé saliva al momento de que capturé una silueta en la cama. Hice el amago para devolverme, pero después creí que estaba metida hasta el cuello y de nada serviría que saliera a estas alturas.
A hurtadillas me acerqué hasta el lado de su cama, y retuve la respiración para no hacer ni el más mínimo ruido. Tomé su celular en la mesita de noche y me paré en seco cuando la pelinegra gimoteó.
Cuando no estuve más en peligro pude respirar con más tranquilidad. El celular no tenía clave, así que aproveché para buscar la alarma. Siempre echaba vistazos a donde estaba Freen durmiendo. Puse la alarma para la hora que era y ahí cuando dejé el celular en la mesita de noche fue con demasiada fuerza, provocando que Freen se volviera a mover.
Me convertí en estatua como cinco segundos, fuera ya de peligro salí de esa habitación y pude respirar, llevando una mano a mi corazón. Corrí a la habitación y de ahí me puse a seleccionar mi ropa, algo cómodo y relajado para un día como este.
Como era costumbre, tardé el tiempo necesario en el baño, y no fue hasta que salí que escuché un ruido provenir de la cocina, e supe que Freen ya se encontraba despierta; me cambié y me puse el suficiente perfume. Pasé un cepillo por mi cabeza y me coloqué la gabardina por el frío que hacía ahí fuera.
Bajé practicándome trotando las escaleras y me paré en la puerta de la cocina. Freen se encontraba de espaldas a mí, dándome una vista de su suave cabello, el cual estaba correctamente peinado, ya vestida y lo más probable que lista.
Me aclaré la garganta con algo de fuerza y borré todo rastro de sonrisa que había estado en mi rostro. Fui directo al refrigerador y de ahí saqué mi proteína que tomaba todas las mañana. Freen enarcó una ceja a mi dirección.
—Buenos días —hablé por fin.
—Buenos días, Armstrong. ¿Necesitará algo para el día de hoy?
—Sí, que sea puntual. Sabe que detesto cuando llegan tarde a mi empresa.
—Muy bien, Armstrong—asintió—. Tomaré un taxi para llegar más rápido.
—Es-espere —Freen se me quedó mirando—. Yo puedo... —vamos, dilo Becky—. Yo puedo darle el dinero para el taxi.
Mierda.
¿Por qué tienes que ser tan cobarde?
Freen me sonrió y fue como mi sol. Como si aquella estrella roja no hubiese entrado a la casa, sino hasta que la pelinegra me mostró esa hermosa sonrisa de las mañanas; la cual jamás pensé o siquiera imaginé poder ver. Ya que esto con Freen era casi improbable, pero los sueños sí parecen cumplirse.
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AMOR DE CINE || FREENBECKY
RandomBecky Armstrong es una bailarina muy famosa, conocida por hacer las mejores coreografías y saber que su trabajo siempre es y será primero. Alejando su vida de las cámaras y haciéndolas privadas; tiene a una fan que muere por conocerla y saber más de...