28. Viajando entre mentiras.

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MARATÓN 5/5

FREEN SAROCHA

—¿Te-te gusto? —le pregunté a Becky, todavía algo incrédula ante sus palabras.

Becky bajó la mirada, —No... o sea, es... no tienes que corresponderme, Freen. Sé que no soy la persona perfecta, solo deseaba que lo supieras —me hizo a un lado y se puso de pie—. Recogeré esto y te llevaré a casa.

—Espera, Becky...

–No me digas nada por solo corresponderme, no es lo que quiero. No quiero escuchar cosas solo porque las dije yo —respondió de forma brusca—. Solo déjalo estar.

—¿Y quién te dijo a ti que yo diría algo que siento? —me puse de pie y arreglé mi ropa—. Becky, tú me gustas. Me gustas mucho.

Aquella se quedó mirándome, —¿En serio?

Asentí, —Muy en serio. Quizá no lo demuestre mucho o mi reacción no haya sido la mejor...

—A la mierda todo —me interrumpió, dando zancadas hasta llegar a mí y tomarme del rostro para así besarme.

Me quedé perpleja, pero no hice nada para cambiarlo, los labios de Becky eran una adicción, sabían bien, me hacían ir a las nubes y descender tranquilamente, no chocarme contra la acera o algo por el estilo. Mis manos rodearon su nuca y las suyas se posaron sobre mis caderas, me pegó más a su cuerpo, pero cuando quise tomar el mando de todo, aquella separó su boca de la mía.

—Aquí no —susurró.

—¿Por qué? —la miré a los ojos y luego a sus labios otra vez.

—Deseo hacerlo, pero en otro lugar, Freen —puso un mechón rebelde de mi cabello detrás de mi oreja—. Solo... esperemos.

—Sí... esperemos.

La volví a besar esta vez con más fuerza, y haciendo sonar nuestras bocas, que era uno de los pocos ruidos que se escuchaba en aquella sala. Fuimos retrocediendo hasta que la espalda de Becky se vio entre una pared y yo, metí una de mis piernas entre las suyas e incliné mi cuerpo hacia el de la castaña, escuchándola gemir suavemente.

Cosa que fue un orgasmo auditivo, el beso se tornó más vehemente, activando parte de mi sistema y logrando que mi poco juicio se fuera por la borda. Los labios de Becky eran como el vino, pero uno añejo, el cual tenía un sabor dulce y adictivo. Donde nuestras lenguas era el líquido que caía cuando echabas en copas.

Becky me tomó de la cintura y me cargó, entrelacé mis piernas alrededor de ella y me depositó sobre el mueble algo torpe. Nuestro beso no se cortó a pesar de ambas necesitar algo de aire. Bajó sus labios a mi cuello y lamió aquel con experiencia, tomé un puñado de su cabello y arqueé la espalda, demostrándole que mi cuerpo quería más.

—Hay que esperar...

—Sí, esperemos luego.

—¿Luego?

Asentí, —Sí, Becky, luego.

Se paró sobre sus rodillas y sacó la parte de arriba de su sudadera, quedándose en sostén. Tragué en seco cuando la vi utilizar aquel color en su piel blanca.

Era un rojo encendido. Tracé círculos sobre la parte de su estómago y la piel de ahí era suave, me acerqué y besé con cuidando, entreabriendo mi boda para sacar la punta de mi lengua y mojar aquella parte de su cuerpo. Podrá sonar muy egoísta o lo que quieran, pero la reclamé como mía y aparte de sus labios, una de las mejores partes para besar.

El juicio se me nubló por completo y quise recrear todas las escenas que pasaban por mi cabeza a la hora de dormir. Envidié a mi imaginación porque ella siempre pudo tener lo que yo no. Y negar que me toqué más de una vez en el nombre de Becky, sería una total mentira; y fue ahí cuando quise saber si ella hacía lo mismo que yo, pero no me molesté en preguntar ahora.

AMOR DE CINE || FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora