15

3.3K 445 22
                                    

Washington DC, Estados Unidos.

—Eso es todo, ella estará bien—Lena me ofrece una sonrisa y yo le lanzo una mirada a Dalton, que se acerca junto a diez de los hombres—. ¿Necesito tantos?

—¿Tú?—me burlo de ella—. No, es Makayla quien los necesita—beso su mejilla—. Gracias por cuidarla, llámame si pasa algo.

Traje a Lena conmigo porque no confío en nadie más para que cuide a mi hija. Lena la adora, así que la va a cuidar con su vida.

—Odiosa—rueda los ojos y Dalton le abre la puerta de la camioneta justo cuando la camioneta de Christopher se estaciona junto a la nuestra y luego otra detrás

Christopher sale y se dirige en nuestra dirección de inmediato, se inclina y besa a Makayla en la mejilla y luego en la frente.

—No necesito decirte qué va a suceder si algo le pasa a mi hija—le advierte a Lena y yo frunzo el ceño

—No amenaces a mi prima—apoyo mi mano en la espalda de Lena para que entre y luego cierro la puerta—. A casa, Dalton, y no las pierdas de vista.

—Si señora—asiente antes de rodear la camioneta, igual que el resto de los hombres que entran a las tres restantes y salen del recinto

Ignoro a Christopher, me pongo los lentes de sol y camino a su camioneta, abriendo el lado contrario al suyo y cerrando antes de sacar mi celular y ponerme a contestar correos.

Que vaya junto a él no significa que vaya a hablarle.

***

—Señor presidente—estrecho la mano de Nathan bajo los flashes de la prensa y él sonríe

—Primera Dama—«sabe que odio ese título»—, se ve usted preciosa el día de hoy. El ministro tiene suerte de tenerla.

Río.

Christopher apoya su mano en mi espalda y estoy a punto de quitarla, pero recuerdo las cámaras y solo sonrío.

Gema estrecha la mano de Nathan, pero él simplemente se da la vuelta y comienza a hablar directamente con nosotros mientras nos dirigimos a su despacho.

—Es un placer tenerlos aquí—nos dice—. Sé que la FEMF y Washington no han tenido buena relación los últimos años pero deseo cambiar eso ahora que tomé el puesto.

Claro.

—Para nosotros es un placer estar aquí—le ofrezco una sonrisa—. Sin embargo, nuestras diferencias son totalmente justificadas. La FEMF está sobre cualquier ente judicial, y Washington se niega a admitir su poder sobre la CIA y el Servicio Secreto.

—Y tenemos a los mejores soldados, por lo que nunca entendí a qué se debía la duda de que somos mejores—dice Christopher—. La FEMF es superior a cualquier ente en entrenamiento, destreza, capacidad y pare de contar.

Nathan ríe secamente.

—Bueno, hay cosas en las que los hombres de la FEMF no son tan buenos—le ofrece una sonrisa a Christopher y yo quiero golpearlo.

Está tentando su suerte.

—Como en no atrapar terroristas, por ejemplo—masculla Christopher—. Ustedes tienen el premio en eso.

—Todos tenemos nuestras fallas—intenta conciliar Gema—. Los hombres de la CIA tienen cosas que los nuestros no, y viceversa.

—Esperamos que estos días aquí puedan hacernos llegar a un acuerdo—respiro profundo—. Por eso me tomo el atrevimiento de invitarlo a cenar. Usted y yo, por supuesto, ya que yo estoy más familiarizada con las relaciones con Estados Unidos.

Christopher y Gema me aniquilan con la mirada, yo solo aliso mi vestido y me adelanto, caminando junto a Nathan.

Solo estoy tentando, por supuesto que no soy tan estúpida.

—Me gustaría más un almuerzo, en la noche tengo una cena con una vieja amiga—ofrece y casi entrecierro los ojos—. Quizás su esposo también pueda venir...

—En realidad—saco mi celular cuando suena y leo el mensaje de Laila—, tengo una reunión para el almuerzo, lo siento. Pero podríamos programarlo para otro día. Con mi esposo y la viceministra, por supuesto.

—Si, por supuesto—abre la puerta de su despacho y entro primero, tomando uno de los dos asientos, agradeciendo no estar en el lente de la prensa de nuevo

—Por ahora, nos gustaría que entendiera nuestra posición—habla Gema detrás de mi y ruedo los ojos mientras Nathan toma asiento, lo que lo hace sonreír—. La FEMF no puede darse el lujo de perder el apoyo de Estados Unidos, y ustedes tampoco el nuestro.

En realidad, la reunión es porque la CIA y el gobierno estadounidense se niegan a firmar el tratado que obliga a los países a no atacar nunca a nuestra rama judicial. En caso de hacerlo, de verán obligados a enfrentar una guerra contra los países aliados y la propia FEMF.

Pero Estados Unidos quiere hacerles creer a todos que tienen la capacidad para eso.

—Viceministra, estoy seguro de que ustedes pueden entender que tampoco podemos darnos el lujo de desalentar a la CIA de esa forma.

—Entonces no la desaliente—me encojo de hombros, tomando el control de la situación

Me cruzo de piernas y Nathan lleva sus ojos justo ahí mientras yo le ofrezco mi mejor sonrisa encantadora.

»La CIA es buena, pero hay que ser sinceros, no pueden con lo que hace la FEMF—suspiro—. Señor, usted puede convencer a sus hombres de que son buenos en lo que hacen, porque lo son; pero el punto de la FEMF es estar por encima de cualquier ente que exista, nos encargamos de lo más peligroso y sus hombres deben entender que esto no se trata de egos, de trata de capacidad. Y tenemos a varios hombres que anteriormente estuvieron en la CIA, así que... quien no está con nosotros es simplemente porque no da la talla para un trabajo tan peligroso, agotador y difícil.

—¿Usted va a intentar decirles eso, primera dama? Porque solo voy a empeorar la situación con eso.

—La plática es sencilla, señor—Gema intenta captar su atención—. La milicia es como una cadena alimenticia, siempre hay algo más grande.

Aliso mi vestido, captando la atención de Nathan mientras juego distraídamente con el anillo de diamantes y plata que me regaló. «Christopher cree que lo compré por no querer usar el antiguo anillo de matrimonio»

Nunca dije que compraría uno, y el que Nathan me dió combina con mi vestido gracias al zafiro que hace contraste con el negro.

—Mmm.

—Bien, voy a decirle la verdad—suspiro y él enfoca toda su atención en mi—. A ninguno de nosotros nos importa si sus hombres tienen buena moral. La cosa es sencilla, nosotros podemos reponernos de la pérdida de Estados Unidos, pero ustedes no de la nuestra.

»Nuestras cárceles están llenas de sus criminales—le recuerdo—. Tenemos exactamente dos mil criminales de nacionalidad Estadounidense que vamos a extraditar si ustedes no ceden ante la FEMF. ¿Quiere decirme como va a explicarle a los ciudadanos que dos mil criminales serán trasladados a sus prisiones con una seguridad casi nula y que podrían escapar y masacrar al pueblo, señor?

Entrecierra los ojos, aprieta sus manos en puños y yo levanto las cejas a la espera de una respuesta.

—Firmaremos el tratado mañana—accede y yo sonrío complacida

—Me alegra saberlo.

Recovering love [Christopher Morgan] ¡Pausada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora