28

3.2K 372 13
                                    

Montana, Estados Unidos.

—¿Estás seguro que no estás demasiado lleno?—le pregunto a Christopher—. Pude adelantarme con Makayla, no había necesidad de que despejaras tu agenda...

—Hailey—me interrumpe, dejando el plato de comida frente a mi—, mi agenda se ajusta a lo que yo quiera. Ahora quiero pasar tiempo con mi mujer y mi hija. Así que no, no estoy demasiado lleno; estoy completamente disponible.

Resoplo, dándole un poco del pollo guisado a Makayla, que lo saborea como si fuera lo mejor del mundo.

Llegamos a Montana hace apenas unas horas, pero estaba muriendo de hambre y hice que Christopher me acompañara al supermercado a comprar mucha carne y pollo para asar en la parrillera.

A Makayla por supuesto se lo hice distinto por estar aún pequeña, pero me alegra que a mi hija le guste mi comida. «Sobretodo porque fue cuando supe de mi embarazo que quise aprender a cocinar»

Es decir, sabía cocinar, pero nada más allá de lo básico para sobrevivir. Y cuando supe que estaba embarazada prácticamente hice a Sara llorar de la emoción cuando le pedí que me enseñara a cocinar.

—¿Seguro?—insisto y Christopher rueda los ojos, acercándose a mi para tomar mi barbilla entre sus dedos y obligarme a levantar la cabeza

Toma mis labios en un beso y prácticamente tiro de él hacia mi cuando rodeo su cuello con mis brazos disfrutando de las caricias de su lengua contra la mía ofreciéndome esa ferocidad y deseo que tanto me gustan.

—Que si, Hailey—dice sobre mis labios—. Soy el ministro, se hace lo que yo digo. Y digo que tengo una maldita semana libre, ¿lo entiendes?

—No tienes que ser odioso—ruedo los ojos y él besa mi frente

Mentiría si dijera que nuestra cita hace solo veinticuatro horas no cambió completamente mi posición. Volver a tener a Christopher, volver a sentir esa chispa solo me hizo recordar cuanto amaba nuestro matrimonio y nuestra forma de llevarlo.

Si, quizás el último año fue una gran mierda pero estamos aquí y estamos haciendo todo nuestro intento para arreglarlo, ¿no?

Al menos significa mucho que Christopher haya entendido y que ahora seamos su completa prioridad, decidiendo cancelar reuniones sumamente importantes con las Naciones Unidas o la Unión Europea solo por venir de viaje con nosotras a última hora.

Lo aprecio, mucho, y puedo ver que se esfuerza en la forma en la que deja absolutamente todo de lado para darnos su completa atención. Y consentirnos, porque no tuvo objeción en pagar el mercado, o la ropa que usaremos mientras estemos aquí que me tardé casi tres horas comprando en Helena, la capital.

Estamos a un par de horas de allí en el rancho de mi familia. Montana es de los lugares mas hermosos y tranquilos que he conocido y debo admitir que desde que vi un par de series estoy completamente obsesionada con volver aquí y pasar al menos un par de semanas al año en este lugar.

«Gracias, Yellowstone»

—Entonces... remodelaste—comenta Christopher, metiendo un poco de la ensalada a su boca

—Lo hice, fue un par de meses antes de irme a Brasil—me encojo de hombros y aprieta los labios—. Deja de hacer esa cara. Asumámoslo, te dejé, me fui. Ahora estoy de vuelta y lo intentamos.

—No quita que me sienta culpable, y lo soy—se encoge de hombros—. ¿Te gustó Brasil?

—Sabes que me gusta la playa—asiento—. Fue fantástico, y la gastronomía...—suspiro—. Brasil es una maravilla, deberíamos ir. Los tres.

Recovering love [Christopher Morgan] ¡Pausada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora