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—Perdón—dice Christopher cuando tomo asiento frente a él en el restaurante.

Parpadeo en su dirección, frunciendo el ceño sin entender la razón de su disculpa.

—¿Por qué?—pregunto y él respira profundo, tomando mis manos sobre la mesa para llevarlas a sus labios y besarlas.

No esperaba una disculpa cuando acabo de llegar a la cita.

Es un restaurante hermoso, hay madera oscura y cuero por todos lados, haciéndolo sentir privado y acogedor. Perfecto para nosotros.

—Anoche estaba en casa, recordando nuestro viaje. —Aprieta mis manos cuando yo tomo una respiración profunda—. Fue impulsivo. Mis palabras iban con la intención de hacerte sentir como yo en ese momento y... al final solo nos causé daño a ambos.

Respiro profundo, procesando la mención de una situación pasada pero, al mismo, diciéndome a mi misma que esta es una conversación que debemos tener ahora.

Ahora que ambos hemos pensado, cambiado. Debemos tener una conversación sobre la última gota que me colmó el vaso.

—¿Sabes?—Suspiro—. Creo que, en parte, también fue mi error. Debí ser directa y sincera. Debí decirte lo que había pasado con Nathan. —Niego—. No pensé con claridad.

Si, no fue el verdadero problema, pero fue parte de ello. Una cosa no quita la otra, pero la realidad es que, por mucho que estuviera en mi derecho de salir con quien quisiera, cuando le di otra oportunidad a Christopher debí mencionar lo que había pasado mientras no estuvimos juntos.

—Yo tampoco. —Mira mi dedo libre de anillo y aprieta la mandíbula—. Cometí muchos errores. Debí quedarme a arreglar las cosas en lugar de volver a Londres. Debí actuar como... un esposo y no como un imbécil.

Respiro profundo, apretando suavemente sus manos mientras le doy una pequeña sonrisa.

—¿Sabes? A mi me gustan todas tus versiones. Eso nunca ha sido un secreto. —Me lamo los labios, atrayendo sus ojos a estos de inmediato—. Amaba al Christopher despreocupado, sincero y sonriente; al cavernícola celoso que marcaba territorio y... al sanguinario. —Trago grueso, soltando una de mis manos para peinar un mechón de cabello fuera de lugar—. Pero en ese momento... eras un desconocido para mi. No eras celoso, eras... el Christopher controlador, imbécil y al que no le importa nadie del que todos hablan. —Los ojos me arden, pero hablar de esto no duele como antes—. No eras mi Christopher.

Hace ya mucho tiempo que entendí cuáles habían sido nuestros errores, que entendí muchos de sus comportamientos. Pero también entendí que nada lo justifica.

Para mi fue extraño, porque si bien de vez en cuando era un idiota, nunca me había sentido tan... sorprendida y dolida. Nunca había desconocido tanto a alguien como desconocí a Christopher ese día.

Entre lo malo y lo bueno, aprendí que al final del día yo no tenía porqué tolerar una actitud que me hacía sentir desprotegida. Vulnerable.

Pero también he vivido el proceso de Christopher; lo he visto madurar, entablar conversaciones y aprender a controlar lo impulsivo que suele ser. Y no es un Christopher distinto, como muchos podrían creer.

Sigue siendo un imbécil con muchos, de vez en cuando irritante como la mierda; un hijo de puta, como lo llaman muchos. Pero que sea todo eso no significa que no pueda saber llevar una relación, que no sepa admitir sus errores y buscar una solución y, por sobretodo, comportarse como el adulto y profesional que es.

—No, no era tu Christopher en ese momento, nena. —Christopher niega, suspirando cuando acaricio su barbilla—. Estaba lleno de ira. Y quizás lo sigo estando aún, pero ahora entiendo que dirigirla hacia ti nunca va a ser una solución. Entiendo que hablar contigo, vulnerarme, no es algo malo.

Recovering love [Christopher Morgan] ¡Pausada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora