MacKinno como abogado

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Will 

Unos días más tarde, aparco cerca de la casa de Chloe, aprovechando que encuentro un hueco libre. En el asiento de atrás, Faith, mi hija de diez años levanta la mirada del móvil por primera vez desde que ha subido en el coche y mira a su alrededor.

—¿Dónde estamos?

La miro por encima del hombro con desesperación. Su déficit de atención constante me exaspera.

—Durante el desayuno te he explicado que pasaríamos a buscar a Chloe por su casa antes de dejarte en la escuela porque tengo unos asuntos importantes que tratar con ella.

—Ah. —Parpadea, desconcertada—. ¿Y qué asuntos son esos?

—Cosas de adultos.

—Pf, entonces seguro que se trata de un coñazo. La mayoría de cosas que hacéis los adultos lo son. —Se encoge de hombros—. De igual forma no me importa, Chloe me cae bien.

Que alguien le caiga bien es una novedad.

Que mi hija de diez años se haya convertido en una preadolescente bastante enfurruñada no debería sorprenderme. Sabía que ocurriría, leí libros sobre ello y lo esperaba. Pero eso no ha hecho que la llegada de esta etapa haya sido menos... intensa.

Veo a Chloe en la distancia, acercándose a nosotros. No puedo evitar arrugar el ceño ante su aspecto. Va vestida con un traje chaqueta de color crema muy recatado bajo el abrigo de paño negro que lleva abierto, con una falda que le llega por debajo de la rodilla y la chaqueta que se cierra abotonada hasta el cuello. Es un atuendo tan impropio en ella que me choca un poco verla así. Además, lleva las piernas embutidas en unas medias  negras y tupidas y mocasines planos de señora mayor. Apenas se ha maquillado. Ni siquiera lleva los labios pintados de color rojo chillón como siempre. Lo único que me recuerda a ella es el pelo negro a la altura de la mandíbula y ese flequillo recto y corto que cae como una cortinilla por encima de sus cejas oscuras.

No tarda en reconocer mi coche. Me sonríe desde la distancia y sube al asiento del copiloto tras saludar a Faith con un golpe de nudillos sobre la ventanilla.

—¿Se puede saber de qué te has disfrazado? —pregunto recorriéndola con la mirada.

Encogiéndose de hombros, Chloe se pone el cinturón.

—He pensado que para causar buena impresión al juez debía usar ropa más discreta de lo habitual.

—Una cosa es ponerte algo discreto y otra... esto. Pareces una chica modosita recién salida de un pueblo conservador de la América profunda.

—Justo lo que pretendía. —Chloe me guiña un ojo satisfecha de sí misma.

Faith saca la cabeza por el hueco que hay entre nuestros asientos para mirarla.

—¿Y por qué quieres causar una buena impresión a un juez?

Entre Leyes  y Pálpitos  (Libro 3: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora