Una hora después de mi llamada a Chloe, siento la mirada incrédula de mis hermanos, mi padre y el abuelo Duncan sobre Dean y sobre mí. Acabamos de contarles todo lo referente a mamá en una reunión de urgencia en la casa familiar. Estamos situados en la zona de sofás. Dean y yo ocupamos las butacas que hace tan solo unos días ocupaba Aiden y Lucy.
—No puedo creerlo. ¿Has estado viendo a esa mujer sin decirnos nada durante todos estos años? —La voz del abuelo Duncan suena dura. Sus ojos claros se han convertido en dos rendijas pequeñas que observan a Dean encolerizados.
—Papá, esa mujer es su madre —dice papá, en un tono tranquilizador.
—Esa mujer destruyó nuestra familia, Andrew.
—Eso no es así. Para empezar, nuestra familia no está destruida. Y para continuar, nada de lo que ocurrió entonces es exclusivamente culpa suya. Yo también fui, en parte, responsable.
—Tú siempre defendiendo lo indefendible.
—Y tú siempre tan inflexible.
La tensión carga el ambiente que nos rodea con tanta intensidad que este podría cortarse con un cuchillo. Se vuelve casi irrespirable.
El abuelo Duncan lanza a papá una de sus miradas más duras.
—Tienes razón, con este tema soy inflexible. Esa mujer te destrozó, Andrew. Te hizo pedazos. ¿Sabes lo duro que es para un padre ver como su hijo languidece sin poder hacer nada por evitarlo? Te pasaste años convertido en una sombra por su culpa, ¿cómo no voy a ser inflexible con la persona que causó tanto dolor? —Chasquea la boca, se levanta del sofá, se cruza de brazos y empieza a andar de un lado al otro como un autómata—. Esa mujer se fue, nos abandonó. Siento mucho que esté enferma, no le
deseo mal a nadie, pero su salud no es asunto de esta familia. Dejó de serlo el día que se marchó de aquí para vivir su vida lejos de nosotros.
Durante los siguientes minutos nadie dice nada. Cuando decidí convocar esta reunión sabía que ocurriría esto. Mamá es un tema tabú en la familia. Es papá el que, tras un breve silencio reflexivo, vuelve a hablar:
—A pesar de todo, papá, Ava es la madre de mis hijos. La decisión de retomar el contacto con ella o no hacerlo es algo que no nos incumbe.
El abuelo deja caer los hombros, derrotado, y vuelve a sentarse en el sofá. Sigue con los brazos cruzados y el ceño fruncido. No es que la expresión de los demás sea muy distinta.
—Siento mucho haberlo mantenido en secreto, pero lo hice justamente para ahorrarnos una crisis familiar como esta. Mamá y yo nos llevamos bien y voy a seguir viéndola por mucho que eso os moleste.
—Así que nuestros sentimientos te importan una mierda. Pues vaya, cuánta empatía fraternal. —Jayce resopla y luego clava su mirada en mí—. Y tú, ¿de verdad estás dispuesto a perdonarla como si nada? Nos pasamos meses llorando su ausencia, echándola de menos, sufriendo. ¿Acaso no lo recuerdas?
Jayce y yo éramos los más mayores entonces, así que después de mí él es el que tiene más recuerdos de aquella época.
—Claro que lo recuerdo, pero creo que es sano dejar eso en el pasado y enfocarme en el presente. Sigo sintiendo rencor y resentimiento hacia ella por lo que hizo, pero también entiendo sus razones, y estoy dispuesto a pasar página y empezar de cero.
Oliver y Aiden se mantienen en silencio, pensativos, aunque su lenguaje corporal es un claro ejemplo de los sentimientos encontrados que nadan en su interior. Jayce, en cambio, es un hervidero de emociones negativas que le palpitan bajo la piel y que le explotan en la boca:
—Pues yo no pienso hacerlo. Lo siento, pero no. Ella en su día tomó la decisión de marcharse sin mirar atrás. Es muy egoísta querer regresar ahora. Las personas que nos quieren deberían querernos siempre, cuando están bien y cuando no lo están.
—Eso no es así —intento aclarar—. Ella no me ha pedido nada, solo os doy la información que creo que debéis tener. Lo que hagáis con ella es decisión vuestra.
—¿Y Ava le parece bien esto? —pregunta Jayce, evitando llamarla mamá.
Me encojo de hombros.
—Bueno, ella no quiere que os sintáis obligados a verla solo por su enfermedad, pero obviamente le encantaría que lo hicierais.
—Oye, tío, la verdad es que todo esto me va fatal en este momento — dice Aiden pasándose una mano por el pelo, nervioso—. Por si no lo recuerdas mañana me voy a Los Ángeles para iniciar un proceso de adopción que tardará semanas. No necesito más presión encima.
—Lo sé. Y lo siento. Pero teníamos que contároslo. No podía esperar.
—Yo tengo que pensarlo —dice Oliver con seriedad—. No sé si estoy preparado para algo así.
Yo asiento, comprensivo. Mi idea al explicar la situación no era la de intentar convencer a nadie. Yo tampoco estoy seguro de que lo mío con mamá vaya a funcionar. Hay muchas capas de dolor entre nosotros. Muchas tiritas que aún no he conseguido arrancar por miedo a que la herida de debajo sangre de nuevo. Pero voy a intentarlo. Y quiero hacerlo sin secretos. Papá, el abuelo y mis hermanos merecían saber esto. Y, ahora, tras sacarme de encima este gran peso, me siento más liviano.
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Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...