Chloe
Llego a casa con el estómago revuelto y el pulso martilleándome en las sienes. Sostengo entre las manos temblorosas una bolsa de la Farmacia con una prueba de embarazo dentro.
Dejo el abrigo y el bolso tirados sobre el suelo del recibidor y me dirijo a toda prisa hacia el cuarto de baño. El tembleque de mis manos aumenta cuando saco la cajita del interior de la bolsa. Se trata de una prueba de embarazo digital. Las instrucciones son fáciles. Solo tengo que hacer pis sobre la varilla durante 5 segundos y esperar a que el veredicto se muestre en la pantalla.
Me siento en el inodoro, me bajo los pantalones y las braguitas y me concentro. Un minuto después, la orina ya ha fluido sobre el palo y en la pantalla correspondiente aparece un reloj de arena parpadeando. Según el prospecto, el resultado debe tardar unos tres minutos en aparecer.
Hay esperas que pueden cambiar el transcurso de toda una vida. Esperas que son un punto de inflexión. Esperas que se convierten en un antes y un después.
Mi mundo queda suspendido durante la espera de los tres minutos siguientes.
Cuando el reloj de arena deja de parpadear y en su lugar aparece el mensaje correspondiente, las tripas se me contraen y una náusea fuerte golpea la base de mi garganta.
Con un movimiento rápido, me pongo de rodillas sobre el suelo de azulejos fríos y vacío mi estómago dentro del inodoro, en enérgicas sacudidas que, al terminar, me dejan un regusto amargo.
Me limpio la boca con papel higiénico y me pongo en pie, pero las rodillas me flojean y me veo obligada a sentarme en el inodoro. Mis
extremidades tiemblan, me siento floja, débil, aturdida.
Con el remolino de emociones contradictorias recorriendo mi sistema nervioso, solo hay una cosa que pueda hacer en este mismo instante: taparme los ojos con las manos y romper a llorar.
Y es que en la pantalla de la prueba de embarazo digital ha aparecido el siguiente mensaje: «Embarazada. 2-3 ».
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Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...