Chloe
Los siguientes días pasan envueltos en una rutina similar: trabajo duro durante el día y sexo con Will por la noche, a excepción de los días en las que está con Faith.
Nunca he sido una persona amiga de la monotonía. Siempre me he sentido atraída por el cambio, la novedad, la improvisación y lo inesperado. Sin embargo, hay algo reconfortante en la inercia de la rutina y lo conocido. Te hace sentir seguro. Es cálido y familiar.
Puede que los días se parezcan unos a otros, pero lo hacen de una forma bonita.
Durante estos días he comprendido que la palabra «hogar» es algo más que un conjunto de cuatro paredes y un techo bajo el que dormir. Hogar es la seguridad de que siempre hay un lugar al que volver. Un rincón del mundo al que perteneces y que te hace sentir a salvo. Y ese lugar, ese rincón, no tiene por qué ser una casa. Ese lugar, ese rincón, puede ser una persona. Y en el transcurso de estos días, Will se ha convertido en esa persona. Mi persona.
No es solo lo bien que nos entendemos en la cama, aunque eso ayuda, claro. Es más. Mucho más. Es la cena antes del revolcón. La conversación de después hasta que los párpados caen y nos quedamos dormidos. Es despertar con nuestros cuerpos enredados. El beso de despedida por la mañana. La sonrisa boba cada vez que miro el móvil y leo un mensaje suyo. Es el vuelco en el estómago cuando salgo de trabajar y lo veo esperándome fuera, con mi café preferido en una mano. Es el beso del reencuentro. El abrazo de «te he echado de menos». Es tener a alguien que me susurre que
«todo saldrá bien» los días malos, como cuando Rider se mete en un nuevo
lío y la vida se me hace bola, o un «lo has hecho muy bien» cuando lo he bordado en el trabajo.
Y con esta inercia tan maravillosa, los días pasan. Las semanas se acumulan.
Y mis miedos por convertir este «por ahora» en un «para siempre» empiezan a desdibujarse como lo hace la tinta del bolígrafo sobre el papel mojado.
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Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...