Chloe
Me quedo mirando la puerta principal de la casa familiar de los MacKinnon con el estómago revuelto y los nervios trepando por mi estómago. Es viernes, ayer Will y yo estuvimos a punto de follar en mi cama y no he vuelto a tener noticias suyas desde entonces. Si no fuera porque Lucy, que no sabe nada de lo que ocurrió entre nosotros, ha insistido en que debía asistir a la cena de los viernes de los MacKinnon porque ella y Aiden van a hacer un anuncio importante, no estaría aquí.
Rider se remueve a mis espaldas.
—¿Vas a llamar ya o vamos a seguir mirando la puerta un poquito más?
Me giro para fulminarle con la mirada. Luego, a regañadientes, llamo al timbre.
Adoro la casa familiar de los MacKinnon. Es preciosa. Es una casita unifamiliar de estilo victoriano con un jardín delantero muy bonito.
El apuesto padre de Will, Andrew MacKinnon, me recibe con los brazos abiertos. Literalmente. Los nervios se desvanecen un poco cuando me arrulla en un abrazo prieto que me hace sonreír. Andrew huele a asado, a colonia masculina y a hogar. Es un hombre grande, de aspecto impoluto, pelo siempre perfecto y un bigote tupido cuya punta suele retorcer cuando te escucha hablar. Un día Lucy me dijo que Andrew le recordaba a Richard, el novio oftalmólogo que Mónica en Friends, y no puedo estar más de acuerdo con ella. Debe rondar los sesenta y se mantiene muy bien.
—Dichosos son los ojos, señorita Graham. Llevaba usted muchas semanas sin venir. —Se ríe entre dientes—. No sabes la cantidad de comida que hemos desperdiciado en tu ausencia. —Mueve el bigote al hablar y este me hace cosquillas en el cuello.
Me rio entre sus brazos y nos separamos para entrar en la casa. Andrew ofrece una mano a Rider y este la acepta con expresión desganada. Decir que he obligado a mi hermano a venir aquí es poco, he tenido que sobornarle con un billete de 50 dólares.
Cuando llegamos al salón, somos recibidos por la familia MacKinnon al completo. Somos los últimos en llegar. No me extraña, hemos llegado más tarde de lo que es habitual a propósito. Sé que Will es de los primeros en llegar y no quería tener que esperar junto a él y provocar alguna escena incómoda entre nosotros.
Saludamos a los presentes situados en la zona de los sofás. Hace unos meses, Andrew y el abuelo Duncan, ampliaron esa zona para que cupiéramos todos; ahora está formada por dos sofás de gran tamaño enfrentados entre sí con unas mesas de centro en medio y un par de sillones en el lateral, frente la chimenea. Normalmente esos sillones son ocupados por Andrew y el abuelo Duncan, pero hoy los ocupan Lucy y Aiden, lo que hace que la atención de todos recaiga sobre ellos. Sin embargo, a pesar de que intento evitarlo con todas las fuerzas, mis ojos acaban tropezando con los de Will, como si de alguna manera hubiera un hilo invisible que los conectara y alguien hubiera tirado de él. Aparto la mirada de golpe, como si los suyos quemaran, por lo que no he podido evaluar su expresión.
—Cielo, siéntate aquí a mi lado —dice el abuelo Duncan, que es una versión envejecida de Andrew.
A pesar de que la idea no me gusta nada porque Duncan está sentado frente a Will, no tengo otra opción que ceder, porque es Duncan y lo adoro como si se tratara de mi propio abuelo. Rider, en cambio, se sienta junto a Faith, que está con Will. Los veo saludarse con una sonrisa. Bueno, al menos mi hermano puede ser simpático si se lo plantea.
ESTÁS LEYENDO
Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...