Chloe
Cierro la puerta del dormitorio tras de mí y saqueo la boca de Will con urgencia. Nuestros cuerpos chocan y se restriegan con ganas a través de la ropa mojada.
—Dios, ¿por qué seguimos vestidos? —me quejo contra su boca.
—Joder, ni puta idea, pero pongámosle remedio. —Me río por el uso indiscriminado de palabrotas en su boca. Will, el correcto, ahora mismo no es tan correcto.
Entre risas, nos desnudamos el uno al otro dejando que la ropa caiga pesadamente en el suelo. Su piel arde contra la mía cuando ya no quedan más prendas por quitar. A pesar de la necesidad por aliviar el hormigueo que tengo entre las piernas, doy un paso hacia atrás y me separo unos segundos para tomar distancia y observarlo. Dios, no puedo creerme que este pedazo de hombre vaya a ser mío. Sus hombros anchos invitan a acurrucarte en su pecho en busca de protección. Tiene los brazos flexionados y los músculos se le marcan como si un escultor los hubiera cincelado. ¿Y qué puedo decir del torso en forma de V y de la deliciosa tableta de chocolate que me muero de ganas de lamer hasta quedarme sin saliva? Un rastro de vello baja por esas abdominales hasta el inicio del pubis, ahí donde espera con un nuevo amago de erección su polla grande y ancha.
Me relamo, notando como el hormigueo entre mis piernas aumenta de intensidad.
Ya no puedo esperar más. El deseo me quema, me abrasa, me consume.
Me acerco a él, le doy un pico corto y lo tomo de la mano para llevarlo hasta la cama. Aparto el edredón y lo empujo hacia atrás. Cae de espaldas sobre el colchón y le salto encima provocando que una suave risa escape de
su garganta. Me monto sobre él, lo beso con intensidad y con una risita malévola, gateo por la cama hasta sentarme sobre su cara, dejando muy claro que es lo que quiero que haga.
—Joder, Chloe, no sabes lo mucho que me pone que tengas tan claro lo que quieres —dice mordiéndome el interior del muslo.
Me agarra el culo con las manos y lo empuja hacia abajo para acercar mi vagina a su boca. Siento su aliento haciéndome cosquillas en la piel del pubis y, segundos después, la punta de su lengua me acaricia por dentro. Me lame una vez tras otra, en dirección ascendente, hasta que la lengua encuentra mi clítoris y una ráfaga de placer me parte en dos. Cierro los ojos y disfruto de las sensaciones que recorren mi cuerpo en este momento. Me muevo hacia delante y hacia atrás aumentando la fricción que hace su lengua sobre mi clítoris. Él succiona un poco, lame y vuelve a succionar. Cada segundo que pasa me siento más y más excitada. De mi garganta escapan sonidos guturales que se entremezclan con los gemidos y los jadeos.
Dios, estoy a punto de correrme. Llevo excitada demasiado tiempo. El hormigueo entre mis muslos se incrementa y cambio de postura. Me pongo a cuatro patas sobre la cama, de tal forma que la polla de Will queda a mi alcance. Vuelve a estar empalmado. Me humedezco el labio antes de meterme la erección en la boca. Chupo el glande y él gruñe contra mi sexo que palpita con el anuncio de un orgasmo inminente. Me meto la erección hasta el fondo y las primeras oleadas del orgasmo me recorren como ondas concéntricas, de dentro hacia afuera, desde la punta de los dedos de los pies hasta la raíz del cabello. Cierro los ojos, gimo con la polla entera en la boca y la vibración de mi voz provoca que Will suelte un sonido gutural. Sigue lamiendo, hasta que la zona está tan sensible que me veo obligada a apartarme. Me tumbo de espaldas sobre la cama, con el corazón desbocado y suaves descargas eléctricas que se propagan de mi sexo hasta otras terminaciones nerviosas. Will se tumba a mi lado, con una sonrisa satisfecha y yo... yo enredo mis dedos en su pelo y lo atraigo hacia mí para besarlo. Su lengua y la mía se encuentran en un baile sexy que sabe a mí, a él, a nosotros, a todo el deseo reprimido de las últimas semanas estallando como fuegos artificiales.
ESTÁS LEYENDO
Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...