Solo

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Will 

Esa misma tarde, entro en el Green Pub con la perspectiva de tomarme una cerveza junto a mis hermanos. El Green Pub es un pub escocés regentado por un highlander de pura cepa llamado Kenzie, originario de Fort William, un pueblo pequeño de las Highlands que abandonó al enamorarse de una neoyorkina.

El local tiene una ambientación tan auténtica que parece un pub escocés de verdad. Desde su estética hasta las bebidas y los platos que sirven son originarios de allí. Las paredes están revestidas de madera oscura y hay fotos de Escocia por todas partes. Barriles de cerveza forman parte del mobiliario junto a bancadas, mesas y sillas. Un centenar de botellas están colocadas de forma ordenada detrás de una barra alargada. La iluminación es tenue y unas gaitas se escuchan por encima del ruido del tintineo de los vasos, de la cubertería sobre platos y las conversaciones.

Le pido a Kenzie, el hombre de pelo cobrizo que está tras la barra, que me sirva una cerveza, y busco a mis hermanos con la mirada. Los encuentro en una de las mesas del fondo, una formada por dos banquetas enfrentadas con una mesa en medio. Los saludo en la distancia y me acerco a ellos, abriéndome paso entre la gente que abarrota este lugar hoy. Me siento en una de las banquetas, al lado de Aiden, y no es hasta entonces que me fijo en Dean, que está en la banqueta contraria. Dean es el pequeño de los MacKinnon y está cursando el último año de derecho en la universidad. Me sorprende verlo aquí, pues estudia en Harvard, Cambridge, a casi cuatro horas de Nueva York.

—¿A qué debemos el honor de tu visita, hermanito? —pregunto, abriéndome la americana para estar más cómodo.

—Tenía cosas que hacer en la ciudad —dice con ambigüedad.

Comparto una mirada curiosa con Oliver y Jayce, sentados a su lado.

—Ninguno hemos conseguido sonsacarle más información —comenta Oliver.

—Se hace el interesante —añade Jayce. Dean chasquea la boca contra el paladar.

—No me hago el interesante, solamente no tengo por qué contároslo todo. Existe algo llamado privacidad, ¿sabéis?

—Pensaba que los MacKinnon no teníamos de eso —bromea Jayce.

—Seguro que ha quedado con alguna chica —le pica Oliver.

—¿De verdad creéis que vendría a Nueva York solo por eso? No necesito salir de la facultad para echar un polvo. —Sonríe pagado de sí mismo.

Mis hermanos lo abuchean. Aiden lo llama «fantasma».

Kenzie aparece con mi cerveza, la deja sobre la mesa, recoge los vasos y botellas vacías y anota una nueva ronda. Cuando se marcha, Aiden se gira hacia mí.

—Oye, qué pasada lo de Chloe, ¿no? Lucy me ha contado lo que ha ocurrido con el juez Moore.

Cuatro pares de ojos se fijan en mí. De repente, me convierto en el foco de atención.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Oliver con curiosidad.

Entre Leyes  y Pálpitos  (Libro 3: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora