Epilogo

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Chloe

6 meses más tarde

Me despierto cuando siento los rayos del sol acariciarme los párpados. Un ronroneo escapa de mi garganta a la vez que parpadeo, centrando la mirada. Will también se remueve a mi lado. Estamos tumbados de lado, con los rostros tan cerca que cuando abre los ojos me pierdo en el azul de su mirada.

—Buenos días —murmuro. Mi voz suena adormilada.

Gruñe como respuesta. Rodea con un brazo mi cintura y me acerca aún más a él, hasta que mi vientre abultado producto de un embarazo de 7 meses y medio choca con su abdomen. Sonríe. Y me besa.

—Buenos días, nena. ¿Qué hora es?

Levanto el cuello por encima de su cabeza y miro la hora en el reloj digital que hay sobre la mesita de noche.

—Las nueve. Tus hermanos vendrán sobre las once. Hay tiempo.

Podemos... tomárnoslo con calma.

—Ummmm... Me gusta como suena eso. —Su sonrisa se tuerce, traviesa.

Will se inclina sobre mí y me besa. Una mano se cuela por debajo de mi camiseta y rodea la enorme barriga. Se me eriza la piel a su paso. Su lengua acaricia la mía y jadeo. Entonces, como si supiera cuáles son nuestras intenciones, siento el pataleo inequívoco del bebé en el vientre. Will, que está ceñido a mí, también lo siente. Nos reímos a la vez.

—Shht, Sky. No mires, que tus padres están a punto de protagonizar una escena para mayores de dieciocho —susurra Will, volviendo a besarme.

Sky, así se llamará nuestra pequeña.


Cubre mis labios con los suyos y yo enredo los dedos en su pelo.

Es increíble que, pese a estar hinchada como un globo y tener un barril como barriga, Will siga deseándome. No ha dejado de hacerlo en el transcurso de los últimos seis meses. Me desea y me hace sentir sexy a pesar de que mi aspecto ha cambiado mucho por el embarazo.

Ya hace seis meses que tomé la decisión de tener a este bebé y desde entonces han pasado muchas cosas.

Para empezar, hace seis meses, el mismo día del episodio del hospital, Will y yo anunciamos lo nuestro en la habitual cena familiar de los MacKinnon. No solo hicimos público que estábamos juntos, sino también que yo estaba embarazada. Aiden y Lucy asistieron al anuncio por videoconferencia. Todos se mostraron conmocionados al principio, pero felices y exultantes después. Tanto Andrew como el abuelo Duncan me abrazaron con los ojos humedecidos y me dijeron que, aunque ya era un miembro de pleno derecho de la familia, les alegraba que hubiera elegido un miembro de los MacKinnon como compañero de vida. También tuve una conversación larga con Jayce, hasta acabar de limar todas las aristas que había en nuestra tirante relación. Desde entonces, todo está bien entre nosotros. Ahora que somos familia, no hay espacio para el rencor ni para el resentimiento.

Entre Leyes  y Pálpitos  (Libro 3: Saga Vínculos Legales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora