Will
El sonido de una llamada me arranca de las fauces del sueño. Abro los ojos, jadeando, con la respiración descontrolada y el pulso acelerado. Busco el móvil sobre la mesita de noche a tientas, sin entender muy bien qué ocurre. Lo descuelgo con la inquietud recorriendo mi sistema nervioso.
—¿Will? —La voz ansiosa de Aiden, uno de mis hermanos, consigue despertarme del todo. Miro la hora en el reloj digital que hay en la mesita de noche. Son las tres de la madrugada. Que Aiden me llame a esta hora solo puede significar una cosa.
Salgo de la cama con el móvil pegado en la oreja y enciendo la luz auxiliar.
—¿Qué ha pasado? ¿Va todo bien? —Mi voz suena preocupada, urgente.
—Sí, no, bueno... Es Chloe.
—¿Chloe?
Abro la puerta del armario ropero con el ceño fruncido. Chloe es la mejor amiga de Lucy, mi cuñada. Desde que Aiden y Lucy se casaron, Chloe y su hermano Rider se han convertido en miembros honoríficos de nuestra ya numerosa familia. Vienen a casi todas las cenas familiares de los viernes y celebran con nosotros fechas importantes.
—Se ha metido en un lío. —Resopla y yo frunzo el ceño un poquito más.
—¿Es muy grave?
—La han arrestado.
Resoplo, sacando del armario un jersey negro y unos vaqueros.
—¿Qué ha hecho? —pregunto, pues puede que Chloe sea una mujer impulsiva, pero no parece el tipo de persona que se salta la ley.
—No lo sé. Estaba muy nerviosa cuando ha hablado con Lucy. La tienen retenida en comisaría. No la dejarán salir hasta que paguen la fianza a su nombre. ¿Puedes encargarte tú? Nosotros estamos fuera de la ciudad y tardaríamos siglos en llegar.
—Claro, dame las señas y voy para allá ahora mismo. —Me quito la camiseta del pijama de un tirón y me pongo el jersey. Luego hago lo mismo con los pantalones.
—Está en la 24, en el Upper West Side.
—Vale, sé que comisaria es. —Me dirijo hacia la entrada y me pongo los zapatos que tengo dentro del armario del recibidor. También cojo la cartera, las llaves y el abrigo—. Cuelgo. Te aviso cuando sepa algo.
—Gracias, tío.
Me guardo el teléfono en el bolsillo y abro la puerta del pasillo que conecta con el garaje de la casa. Entro en el coche y ocupo el asiento del conductor. Estoy un poco disperso y atolondrado por el sueño interrumpido, por lo que nada más salir al exterior bajo la ventanilla y dejo que el frío neoyorkino de marzo me despeje las ideas.
No es la primera vez que uno de mis hermanos me despierta de madrugada para pedirme ayuda. Soy el mayor de cinco y el título de primogénito viene con ciertas responsabilidades adquiridas. Mantenerme disponible las 24 horas del día es una de ellas.
Me pregunto qué habrá hecho Chloe para acabar detenida. ¿Mantener relaciones sexuales en lugares público, quizás? Con lo descarada que es no me extrañaría.
Una sensación extraña me hormiguea el estómago cuando pienso en ella.
La ignoro, como hago siempre.
Ignorar cosas incómodas en lugar de analizarlas se me da bien. Sobre todo cuando estas cosas incómodas podrían complicarme la vida.
Y con ese pensamiento confuso, conduzco por las calles de Manhattan que, a estas horas, están desiertas y tranquilas.
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Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...