Chloe
Después de una mañana limpiando la zona del lago en Central Park, los «chalecos naranja», como he decidido denominarnos, nos tomamos un descanso en Central Park. Lo hacemos sobre el césped, junto a los demás neoyorkinos que disfrutan del parque el día de hoy. A pesar de que estamos en marzo, no hace demasiado frío y un sol invernal y resplandeciente nos acompaña desde primera hora.
Lo primero que hago, después de sacar de la fiambrera el sándwich de pavo que me he preparado como almuerzo, es mirar el móvil. En concreto, Tinder. Tengo un mensaje del highlander buenorro que conocí por la aplicación el otro día.
Will
Hoy nos vemos. No sabes
las ganas que tengo
de tomarme una copa contigo.»Chloe
Yo también tengo ganas de eso, aunque reconozco que tengo aún más ganas de lo que vendrá después.Si me gustas tanto como espero, es posible que pase de la copa, te salte encima y me cuelguede ti como un coala
Will
Me pone mucho que tengas
tan claro lo que quieres.Chloe
Y a mí me pones mucho tú
Una sonrisa tonta ocupa mi rostro cuando bloqueo el teléfono y lo guardo de nuevo en el bolsillo del pantalón. Hace tres días que conocí a este tipo por Tinder y llevamos mandándonos mensajes guarros desde entonces. No sé nada de él, ni siquiera su nombre. Tampoco he visto una foto donde se le vea bien, por lo que no tengo ni idea de cómo es en realidad. A ver, tiene cuerpazo, eso se aprecia en las fotos que tiene en el perfil de la aplicación. Y con la seguridad con la que habla, estoy convencida de que la cara lo acompaña. Yo tampoco le he mandado una foto mía donde se me reconozca, así que estamos en igualdad de condiciones. Hemos quedado esta noche en el bar de un hotel y será allí donde nos desvirtualizaremos.
—Estás sonriendo como una demente, Chloe. —Molly, a mi lado, me mira con las cejas alzadas y su perpetua expresión de enfado. No es que esté enfadada, es que ella es así.
—Uy, perdón. Hoy estoy un poco dispersa.
—¿Y eso? —pregunta Kylie, una de las mellizas.
Ahora soy capaz de distinguirlas porque les he obligado a diferenciarse por el peinado. Kylie es la que lleva coleta. Ellie lleva el pelo suelto.
—Tengo una cita esta noche.
Las tres sueltan una exclamación. Kylie y Ellie se tapan la boca con las manos.
—¿Y quién es él? —Molly silba y me da un manotazo en la espalda con una de sus enormes manazas.
—Pues... no tengo muchos datos. Es una cita Tinder, ya sabéis. — Guiño un ojo—. 35, pelo moreno y unos abdominales sobre los cuáles se puede planchar ropa. No necesito más información. Solo hemos quedado para echar un polvo.
Recupero el móvil del bolsillo, abro la aplicación y les enseño la foto de perfil.
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Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomanceMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...