Will
Entro en la cafetería y miro a lado y lado hasta localizar a Chloe sentada en una de las mesas. El estómago se me encoge al instante, al reparar en su rostro ojeroso y su palidez. Tiene la mirada fija en los enormes ventanales que ocupan la pared exterior del local y no se percata en mi presencia hasta que me siento en la silla que hay frente a ella. Da un respingo y me mira asustada. Sus ojos del color del chocolate titilan un poco. A pesar de la palidez, su piel parece tersa y brillante.
—Nena, no sabes lo preocupado que estaba por ti —digo colocando mi mano sobre las suyas. Al hacerlo, reparo en la taza con una infusión que hay al lado—. ¿No te encuentras bien? Conociéndote, es raro que no te hayas pedido uno de esos cafés llenos de sustancias tóxicas e insanas.
Ella posa sus ojos en mi rostro y lo recorre con nerviosismo. Es evidente que le pasa algo. Puedo sentir el muro que se ha levantado entre nosotros a pesar de que aún no ha abierto la boca para hablar.
Como sigue callada, hablo de nuevo:
—¿Por qué llevas dos días ignorando mis mensajes y llamadas? He estado a punto de enloquecer.
—Necesitaba pensar. Siento haberte preocupado —musita con un hilillo de voz.
—¿Necesitabas pensar? ¿En qué? ¿En nosotros? —Se me revuelve el estómago ante esa posibilidad. Ante la posibilidad de haberla agobiado, de que se haya cansado de mí. De que, para ella, todas estas semanas no hayan sido igual de especiales y maravillosas como lo han sido para mí.
Chloe asiente despacio, pero al percatarse en mi expresión ansiosa, cambia el movimiento por una negación.
—No es lo que crees. Yo... —Coge aire, escapa de mi mano que seguía presionando las suyas y rodea con ellas la taza de infusión—. Estoy embarazada.
La noticia me deja tan conmocionado que durante los siguientes segundos soy incapaz de reaccionar. Es como si alguien hubiera echado sobre mí un hechizo paralizante y fuera incapaz de desprenderme de su efecto.
Un camarero aparece sacándome de mi parálisis y me pregunta qué quiero tomar. Farfullo que quiero un café, deseando que se largue para volver a estar a solas. Cuando lo hace, miro a Chloe con otros ojos, entendiendo de golpe todo, siendo consciente del significado implícito de lo que acaba de decir.
Chloe está embarazada.
Trago saliva con fuerza, notando como la saliva se queda atorada en el nudo que acaba de crearse en mi garganta.
Carraspeo, un poco nervioso. Mi cabeza es un caos, un hervidero de pensamientos contradictorios y descontrolados.
—No sé qué decir —admito a media voz.
—Tranquilo, yo hace unos días que lo sé y sigo sin saber qué decir al respecto.
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Entre Leyes y Pálpitos (Libro 3: Saga Vínculos Legales)
RomansaMe llamo Chloe Graham y dejé de creer en los finales felices el día que mi madre murió y tuve que asumir la tutela de mi hermano pequeño, ahora convertido en un adolescente huraño y conflictivo. Tampoco creo en las princesas encantadas. Al menos, yo...