•|♔| Setenta y cinco |♔| •

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El sonido de las espadas chocando, los gritos y el relinche de los caballos era todo lo que se escuchaba al rededor.

El sol estaba brillando cada vez más a medida que la mañana pasaba a ser medio día, lo que hacía que el ambiente se sintiera más caliente también en sus corazones porque los leales a Jeon tenían la ventaja creciendo cada vez más. Los soldados enemigos esperaban que sus reyes les dijeran que hacer, que pelearan a sus lados o que se rindieran porque no estaban teniendo oportunidad alguna.

—¡Altezas, las tropas de Kim nos atacan por detrás y los soldados no saben de dónde defenderse! —informó uno de los soldados acercándose a los reyes, buscando una solución, ayuda—. ¡Detrás no hay defensas y al frente el rey Jeon las está destrozando todas!

—¡Resistan lo más posible detrás y concéntrese en los reyes Jeon! —respondió el rey Han.

—¡Pero es inútil, alteza! —insistió el soldado
desesperado, viendo a unos metros como uno de los arqueros era atacado por una flecha enemiga y caía de su caballo—. ¡Son demasiados, no podemos ganar!

Sus palabras, reales pero hirientes al ego de los reyes de plata, hizo enojar a ambos. El rey Han bajó de su caballo, se acercó al soldado y sin darle oportunidad a seguir pidiendo algo de compasión, desenvainó su espada por primera vez para atreversarle el pecho de lado a lado. El soldado cayó de rodillas expulsando sangre por su boca, mirando totalmente incrédulo a su rey, a la persona a la que le juró lealtad.

—¡Los cobardes e inútiles no son necesarios! —dijo el rey Han retirando la espada del cuerpo de uno de sus hombres, para luego mirar a los otros que presenciaron la escena totalmente sorprendidos—. ¡Y si cualquier otro quiere rendirse por miedo a arriesgar su vida, yo mismo se las quitaré!

Sus soldados cercanos que apreciaron aquella escena atroz, totalmente incrédulos y con muchos sentimientos juntos, solo se quedaron allí procesando todo y pensando en que por más que no tuviera posibilidades debían de luchar o de igual forma iban a morir. Se miraron entre ellos sabiendo que no tenían otra opción, solo podían esperar a no morir y al menos quedar heridos con posibilidad de sobrevivir una vez que todo termine.

Por su parte, Jungkook quien tiene un sentido de la audición muy desarrollado, pudo escuchar los gritos del soldado y del rey Han, y no pudo estar más ofendido y molesto por su accionar. Utilizar a sus hombres para tener la posibilidad de acabar con ellos sin mover un solo dedo para conseguirlo y no buscar el menor número de bajas era algo muy cruel si incluso Jungkook lo afirmaba.

—No tienen posibilidades —dijo Jungkook luego de patear a uno de los soldados tan fuerte que lo mandó a volar unos cuántos metros—. Esto es aburrido.

—Es obvio que no van a ganar... Solo están muriendo, ¿Por qué los reyes no se rinden? —preguntó Taehyung angustiado apartando la mirada al suelo para no seguir viendo como la sangre era derramada inútilmente—. Esto es estúpido.

Jungkook volteó a verlo cuando no hubo enemigos muy cerca, y sostuvo su rostro con si mano libre de manchas de sangre para hacer que lo mirara. Al notar la desesperación en sus ojos, sus ganas de que todo esto terminara y el sufrimiento por el dolor ajeno, se decidió a cambiar su mirada a algo mejor.

—¿Quieres que acabe todo esto de una vez? —preguntó siendo totalmente sincero—. Ya sabes, mi amor. Solo pídelo.

Taehyung no tuvo que pensarlo mucho, simplemente asintió varias veces.

—Por favor, Kook.

El alfa puro no necesitó más. Levantó su mirada hacia su castillo buscando algo con la mirada, y cuando lo vio a lo lejos llevó dos dedos a sus labios para silbar de manera distinta a cuando lo hacía llamando a Brook. Taehyung lo miró curioso ya que nunca lo había escuchado silbar de aquella forma, y no tuvo que esperar mucho cuando escuchó al galope de un caballo pisar fuerte mientras se acercaba cada vez más.

𝑹𝒆𝒊𝒏𝒐 𝒁𝒂𝒇𝒊𝒓𝒐 |  𝑲𝒐𝒐𝒌𝑽 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora