•|♔| Setenta y seis |♔| •

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Al día siguiente.
Habitación de los reyes.

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Aquella mañana Jungkook despertó con un fuerte dolor de cabeza al que culpó a la borrachera de la noche anterior. Eso hizo que Taehyung se levantara, se pusiera su ropa interior y bata, y bajara a la cocina
a pedir algún té o infusión para que ese dolor se le quitara.

—Siéntate —pidió el omega cuando regresó a su habitación con la taza de té de zacate limón, caléndula y manzanilla.

El alfa obedeció y se sentó con la espalda
apoyada al respaldo de la cama. Tomó la taza entre sus manos y miró agradecido a su esposo por el gesto de preocupación.

—Gracias, mi amor. Lamento causarte molestias tan temprano —se disculpó sincero—. Creo que no debí de beber tanto. No estoy acostumbrado.

—No es la gran cosa —respondió Taehyung
negando suave con la cabeza, y luego rió bajito—. Nunca te había visto tan ebrio. Actúas como un niño necesitado de atención —bromeó, y tomó asiento a su lado.

—No recuerdo mucho, pero espero que no
hayamos hecho el amor porque no lo recuerdo, y quiero recordar todas las veces que lo hagamos, amor —admitió algo preocupado, mirando hacia abajo a su propia desnudez.

Taehyung negó con algo pena.

—Solo dijiste que querías que durmamos
desnudos, y como no se te podía decir que no, lo hicimos —respondió tranquilando al alfa que soltó una pequeña risa de alivio—. Kook...

—¿Sí, mi amor? —respondió a su llamado luego de darle un gran sorbo a su té.

—Ahora que ya no hay amenazas como antes... Podemos salir más seguido, ¿Cierto? —preguntó sin poder ocultar la ilusión en su mirada—. Quiero decir... Desde que estoy contigo no hemos visitado ni siquiera nuestro pueblo por una u otra razón, y me gustaría hacerlo para convivir un poco con las personas... —bajó la mirada algo apenado al creer que su pedido solo iba a ser una molestia con tanto trabajo y cosas pendientes que arreglar de los demás reinos—. Me refiero a que alguno de estos días en
los que no tengamos tanto trabajo... Me gustaría hacerlo. Solo si tú también quieres.

Jungkook lo escuchaba sin poder evitar sonreír ante lo adorable que se veía y escuchaba pidiendo algo tan simple pero que sabía que el omega creía que era un pedido tonto. Soltó una pequeña risa y suspiró totalmente enamorado por el hombre frente a él que continuaba observando sus manos en espera de una respuesta.

—Mi amor... —llamó haciendo que lo mirara, y una de sus manos fue hacia su cabello para apartar algunos mechones desordenados de su frente—. Vengo repitiendolo desde que nos casamos pero parece que va a costarte toda la vida el aceptarlo.nRepito, que todo lo que tú quieras, vas a tenerlo. Y si mi bello esposo quiere visitar a su pueblo las veces que quiera, vamos a hacerlo porque ya no hay nada.que te impida hacerlo.

Una preciosa sonrisa se formó en los labios del omega, que se acercó un poco más a su rostromapoyándose en sus manos a un lado de los muslos de.su esposo.

—¿En serio podemos? ¿No tenemos cosas más importantes que hacer antes? —preguntó queriendo asegurarse.

—Nada es más importante para mí que verte feliz y complacerte, mi bella flor aseguró también sonriendole, y no desaprovechó la poca distancia para unir sus labios en unos cuantos besos dulces que hicieron reír al menor de forma tierna—. Iremos luego del almuerzo, ¿Te parece bien, amor?

𝑹𝒆𝒊𝒏𝒐 𝒁𝒂𝒇𝒊𝒓𝒐 |  𝑲𝒐𝒐𝒌𝑽 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora