LXVII

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Danilo estaba sentado en el respaldo de la banca, en medio de Tony y Carlos. Tony lo había regañado para que se sentará bien, pero el Uru no hizo caso y Tony solo se resigno y se recargó en su pierna mientras esperaban al tal Ghandi del que Carlos les habló.

— Che Tony, ¿qué horas son? — Preguntó Carlos, desesperado. Era la tercera vez que preguntaba.

— Son las 14:59. Falta todavía. — Respondió Tony, mirando su reloj.

Danilo entonces le habló a un señor que estaba pasando. — Jefe ¿esta es la plaza Malvinas?

— Si, es esta — Respondió el hombre, antes de seguir caminando.

— ¡Tiene que aparecer! — Dijo Carlos, justo al mismo que el mencionado Ghandi aparecía.

— ¿Te va a pedir guita el viejo ese? — Preguntó Danilo.

— Yo traigo eh, por si hace falta — Intervino Tony.

— ¿Por qué no te entrena en Boca? ¿Si te va a curar o es medio chanta ese viejo?

Carlos ya no respondió a las preguntas de Danilo, pues Ghandi había llegado hasta donde ellos estaban.

— Puntual eh — Dijo Carlos, a lo que el viejo sonrió, y luego miró a Danilo y a Tony.

— ¿Tus hermanos? — Preguntó.

— No, no. Son mis amigos. Juegan en Liniers. — Fue la respuesta de Carlos.

— Jugamos la final contra Boca — Dijo Tony.

— Y si lo curas, vamos a poder jugar juntos y vamos a ver quién es el mejor — Intervino Danilo.

Gandhi sonrió al escucharlos. — Bueno. ¿Empezamos?

Carlos asintió, Tony y Danilo también estaban interesados en ver qué haría Ghandi, pero este no hizo nada y carraspeó.

— Solos.

Tony y Danilo se pusieron de pie y se despidieron de Carlos chocando palmas. — Nos vemos en el barrio.

— Nos vemos Carlos

— Nos vemos más tarde

EH, ARQUERO! | Danilo Sánchez × male OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora