Peter y Alana se dirigen al hospital en busca de Anna, ya que les informaron que sería dada de alta ése mismo día con instrucciones muy precisas de ser llevada constantemente a rehabilitación.
Con pasos cautelosos llegan y abrazan a la muchacha que yace acostada aún con la bata de hospital, ella les dedica una sonrisa tranquilizadora para hacerles ver que se encuentra bien, aunque no sea cierto.
Mientras Peter se encarga de los papeles en planta baja Alana se queda junto a su hija mientras ésta se viste por si sola. Aún le duelen los músculos pero ya es algo soportable que según el doctor con ejercicio va aliviarse. No hay muchas palabras entre ellas dos, solo miradas cargadas de pesadez, tristeza y mucha soledad. Al cruzar las puertas fuera del hospital la brisa golpea el pálido rostro de Anna y el brillante sol empieza a calentar sobre ella, dejando así una agradable sensación.
En el transcurso hacia casa nadie dice nada, el aire cálido de la primavera entra por las ventanas del taxi haciendo rejuvenecer a Anna en esos meses perdidos, cuando el vehículo se estaciona delante de la casa que ahora luce tan grande la joven divisa una figura sentada en el porche. . . —Mark —susurra consternada al verlo después de tanto tiempo.
Abre la puerta y con una creciente ira sale convertida en una fiera. Mark al verla venir queda perplejo, también sorprendido al percatarse de los pasos rápidos y el fuego que centellan sus ojos sinoples.
Se coloca de pies para estar cara a cara y entonces es como si el tiempo se hubiera detenido de un momento a otro. No perciben nada de su alrededor, ni el viento impertinente, ni las voces que se acercan, ni el sonido de sus respiraciones aceleradas. Anna que lo penetra con la mirada nota que su apariencia cambió, su perfecto rostro ya no es tan perfecto como hace meses, ahora estaba adornado por pequeñas líneas de expresión, unas suaves ojeras se hacían presentes reflejando esas largas noches en vela, su barba era de hace días y su cabello estaba más largo que de costumbre, caía por sus orejas y cubría sus sienes. Un remolino de sentimientos contradictorios se formó en su interior no sabiendo si golpearle o besarle, echarle a patadas o lanzarse a sus brazos. Sacudió su cabeza alejando esos pensamientos absurdos, ella no se movería, le demostraría que el peor daño se lo haría sin siquiera tocarlo.
Mientras todo eso sucedía en la mente de Anna, Mark por su lado sintió la felicidad en su estado más puro, el sentimiento lo recorrió de pies a cabeza al verla sana y salva. Su chica había tenido una larga lucha de la cual salió victoriosa. La notaba a simple vista tan vulnerable y vacía debatiendose entre si hacer algo o quedarse quieta, así que dio un paso hacia ella para envolverla en un fuerte abrazo.
Anna al captar su intención retrocede un par de pasos para luego mirarlo con desaprobación —¿Qué crees que haces? — preguntó secamente.
Él abre los ojos sorprendido por el tono de voz, nunca antes la había escuchado tan fría. Observa su postura, se encuentra erguida y alerta ante cualquier otro movimiento. —Vine a explicarte todo pequeña —dice temeroso —Sólo déjame hablar por favor.
Ella arquea una ceja sorprendida ante el descaro de llamarla así nuevamente, cruza sus manos debajo de su pecho y suelta una fugaz risa ronca.
Mark la observa detenidamente. Las cosas cambiaron sin duda alguna, ella no era la Anna tierna e inocente que conoció meses atrás, ahora era una chica dura, firme y decidida. Lo notó apenas la observó caminar enfadada hacia él y lo certificó al escuchar sus gélidas palabras.
Los padres de Anna se acercan a la extraña escena que presencian. —¿Mark que te trae por acá? —pregunta Peter introduciendo la llave en la cerradura.
—Supe que Anna volvería y pasé a ver como se encontraba —dice bajando su mirada hasta sus zapatos.
—¿Como lo supiste? —interviene Alana deteniendose en el umbral.

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~June~
Dla nastolatkówUna estudiante común y corriente. Un profesor agotado de la rutina. Nada en común, salvo la monotonía asfixiante de sus vidas. Una mañana de Junio sus vidas cambian al darse cuenta que encontraron lo que ambos sin saber estaban buscando. Un remolino...