3. "Gracias por no aplastarme con tu auto"

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La primera clase del día era matemáticas, por desgracia el profesor se encuentra muy enfermo y últimamente no puede explicar más de veinte minutos de la asignatura. Por lo que hay rumores de que tal vez llegue un suplente hasta que se mejore o un nuevo profesor.

Anna se dirigió a los últimos asientos para estar junto a sus amigas y conversar, sin embargo antes de llegar notó que había una intrusa en su grupo.

Cristina.

No sabía exactamente que ocurría con la chica que la odiaba tanto, es competitiva, eso bueno hasta cierto punto pero ahora ¿Que hacía junto a sus amigas?

A Mariana le caía muy bien, puesto que tenían mucho en común, cosa que con Anna no tenía. ¿Pero con Sarah? Después de pensar y pensar recordó que ambas son las más desordenadas de la clase. Han ido a detención muchas veces y han hecho servicio comunitario por su comportamiento... Luego un dolor se situó en su estómago. La muy perra le quiere quitar a sus amigas.

Se sentó junto a Sarah sin decir nada, y las chicas seguían hablando como si ella no estuviera ahí.
-Pues vale, el viernes-. Dice Cristina y se va.

-¿Que hay el viernes?-. Pregunta Anna confundida

-Mmm. Iremos a una piscina ¿quieres venir?- Pregunta Sarah luciendo un poco preocupada por la reacción de su amiga.

Mariana se acerca a Sarah y le susurra algo al oído. -¡Pues no me importa! Ella es nuestra amiga y vamos a invitarla. Si no puede ir es diferente. -Contesta Sarah.

Anna frunce el ceño confundida y mariana le explica. -Los padres de Cris tienen un hotel donde hay una enorme piscina, y ella nos invitó pero como tu no... -hace una pausa para pensar mejor en cómo decirle que no está invitada pero Anna habla enseguida.

-No quiere que yo vaya... De acuerdo, no hay problema. Igual, tampoco me hubieran dicho que si- suelta una pequeña risa para eliminar la tensión del ambiente y luego sus dos amigas se unen.

Mariana se levanta y va al asiento de Cristina dejando a Sarah y Anna solas. -Si te molesta sólo dilo y podemos ver una película en tu casa o hacer algo juntas- Dice la pelinegra.

-No te preocupes. Ve y diviértete junto a las chicas que sí pueden salir- a pesar de que trató de decirlo con dulzura, las palabras salieron como una flecha directo a clavarse es su corazón de una manera rápida y dolorosa.

Sarah sonríe no muy convencida y cambia el tema para evitar hablar de lo anterior. La clase transcurre lenta ya que el profesor no está haciendo nada.

Al terminar la jornada educativa Anna camina a su casa sola, Javier muy pocas veces la acompaña ya que siempre sale después de la escuela con sus amigos.

Sus pensamientos la hacen distraerse tanto que se encuentra caminando por un canal de la calle, aunque no es muy transitado, es peligroso.

Si Cristina le quitaba a sus amigas ella estaría sola, completamente sola. La idea de perder a sus amigas la aterraba. Así que sacudió esos pensamientos y al momento de darse cuenta que estaba en medio de la calle, quiso caminar a la orilla sin embargo un automóvil no se lo permitió.

Mientras caminaba sin percatarse del auto que avanzaba cada vez más, el golpe la hizo volver a la realidad. El auto impactó contra ella, aunque no fue un golpe para mandarla al hospital, fue lo suficientemente fuerte para tirarla al suelo y hacer que se raspe un brazo y parte de la pierna.

Anna quedó acostada en el asfalto de la carretera, el hombre del auto se bajó enseguida para ayudarla y ver si se había hecho mucho daño. Colocó sus fuertes manos al rededor de la cintura de Anna para levantarla del suelo y al escuchar el quejido de la jovencita quitó sus manos de allí y las colocó en los hombros.

Una corriente de electricidad recorrió a la chica lastimada y abrió los ojos para contemplar a quien la había atropellado y ayudado. Una vez de pies y con los ojos completamente abiertos pudo ver al hombre que estaba a su lado luciendo sumamente preocupado.

-¿Estás bien niñita?- pregunta el hombre de la voz extremadamente varonil.

Recuperando su postura Anna lo miró desaprobatoriamente -¿Tú estás loco?- le gritó -Casi me matas.

-¿Loco yo? ¡TÚ ERES LA LOCA! -Respondió el hombre de igual manera mientras le señalaba la calle. El lugar en donde cayó al asfalto - Estabas caminando en medio de la calle. ¿Querías morir acaso?

-Yo... -ella negó sin saber que contestar, nunca le había pasado algo similar -Gracias por no aplastarme con tu auto.

-¿Estás bien?- preguntó esta vez más calmado -¿puedo revisarte?

¿Acaso el hombre planeaba tocarla para ver si se encontraba bien?

Negó con la cabeza rápido -Yo estoy bien- se aclaró la garganta ya que por alguna razón se secó y se le hacía difícil pronunciar alguna palabra. -Adiós.

Él la tomo suavemente por el brazo antes de que se diera la vuelta y la chica sollozó lo cual fue una clara señal de que tocó en donde estaba herida.

Sin permiso acerca a la chica a su cuerpo y examina su brazo herido, no es la gran cosa. Sólo se raspó una parte de la piel cuando cayó al suelo y ahora sangra un poco.

-No es grave, pero deberías limpiarlo cuanto antes-. Dice el hombre aspirando la esencia de Anna, se encuentran tan cerca que sus olores se mezclan creando una extraña sensación de calidez entre ambos.

-¿Algún otro lugar?- pregunta alejándose un poco para examinarla.

Las mejillas de Anna se calientan al saber que ese hombre está examinandola, los nervios aparecen dejando a la chica confundida. ¿No se supone que debería estar asustada por que un sujeto que apenas conoce la está observando de pies a cabeza y pretende acercarse para examinar su herida? Pero en cambio se encuentra nerviosa y ansiosa.

-Tu pierna... -dice el hombre mientras se acerca para agacharse.

Ella por instinto da unos pasos hacía atras provocando que él sonría.
-No iba a tocar. Sólo quería ver de cerca-. Contesta levantándose y quedando un poco más alejado de Anna.

La vergüenza sustituye a los nervios y lo observa fijamente. Es de alta estatura, tal vez 1.85, sus ojos color café hacen que Anna se pierda en ellos por un momento, ignorando así sus largas pestañas y pobladas cejas. Sus labios son tan rosados que provoca morderlos para ver que tonalidad toman. Y por último su cabello negro hace juego con su blanca piel adornada por lunares. Tal vez tenga unos veinticuatro años o menos, no se ve muy mayor tampoco.

Anna sintió como algo se apoderaba de su cuerpo dejándola hipnotizada y sin poder pensar claramente. Su corazón de un momento a otro comenzó a latir con desenfreno y temió que se saliera de su pecho por no latir con normalidad.

Unos segundos después ambos están en silencio observandose, tratando de descubrir que están sintiendo en ese momento. Es algo que no se puede explicar ni describir. Es algo inefable.

El hombre rompe el silencio. -Mmm. ¿Ya estás mejor? ¿Quieres que te lleve a casa?

Niega -Puedo caminar. Gracias- Contesta Anna.

-Muy bien. Adiós- Responde el chico y camina de vuelta a su auto vinotinto.

Auto... vinotinto... Hombre alto de espalda musculosa y trasero grande...

«Santa mierda» pensó.

Anna se queda en shock un momento mientras asimila todo.

Es el hombre del que sus amigas hablaban. El que estaba en la secundaria hace un par de días.

~June~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora