Capítulo 9

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Leo el libro que tome de la biblioteca, tomándome mi café con espuma como lo hago normalmente todas las mañanas, me emociono por la pareja tan cliché que leo, pero que algún día anhelo tener, «Se quedará en un quisiera», duro un tiempo más, hasta ...

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Leo el libro que tome de la biblioteca, tomándome mi café con espuma como lo hago normalmente todas las mañanas, me emociono por la pareja tan cliché que leo, pero que algún día anhelo tener, «Se quedará en un quisiera», duro un tiempo más, hasta que uno de los sirvientes me avisa que mis padres me quieren ver en la oficina, «Presiento que se viene un regaño».

Me dirijo a la oficina y al llegar, visualizo a mi padre fumándose un porro, y a mi madre, viendo una revista, pero estudio lenguaje corporal, y el hecho de que estén los dos acá, me hace saber perfectamente que no será nada bueno lo que me dirán, nunca me dicen nada bueno en realidad.

—¿Me llamaban?— Digo educadamente.

—Siéntate ahora— Ordena mi madre, con la vista fija en su estúpida revista.

—¿Qué hiciste en la última misión que les asigné?— Pregunta mi padre, pregunta ridícula a decir verdad, ya que él sabe lo que hice.

—Los chicos ya te lo dijeron— Digo con un tono bajo, «No quiero que me grite si hablo más ruidoso».

—Sí, pero te lo pregunto porque no quiero pensar que mi hija es una estúpida, que no fue a la misión por un miedo idiota— Me dice de manera tosca e inmediatamente me encojo.

—Es obvio que ella no hizo nada más que ser un estorbo y mandar los correos— Dice mi madre, con la vista todavía en la revista.

—Te quedaste en el puto avión como una cobarde, ¿Verdad?— Dice mi padre.

—Tenía que mandar los correos y encargarme de las cámaras, no podía ir— Digo en mi defensa.

—Excusas estúpidas, Mía— Dice mi madre —Estoy segura que Aitana o Sabrina si lo hubieran hecho.

—Pero no lo soy— Digo fuerte y me arrepiento al instante, mi padre, me lanza una mirada fulminante por cómo le respondí a mi madre.

—Aparte de estúpida, respondona— Me dice ella —Yo no sé qué mal hice para tener una hija tan inútil— Dice ella antes de irse, pero dice algo a lo cual, simplemente asiento —Mía, no me quiero enterar que otra vez te metiste con Hannah, no puedes tratarla mal cuando solo te dijo la verdad en la cara.

Se va y mi padre me dice lo último antes de que me vaya —Eres una inútil, pero lastimosamente eres mi hija, busca la forma dejar de ser tan cobarde, me decepcionas, Mía.

«Me decepcionas», palabras que he intentado evitar toda mi vida, desde que tengo uso de razón, cada cosa que hacía, era para que se sintieran orgullosos de mí, y cuando les decía o veían, su silencio eran más que mil palabras, y sé que nunca, así haga el mayor esfuerzo, llegarán a sentirse orgullosos de mí.

No pasa lo mismo con mi hermano, mientras a mí me gritaban y me hacían menos, a él le daban todo el cariño y atención que yo deseaba, después, llegaron Sabrina y Aitana, que las amo y son lo mejor que me ha podía pasar, pero me daba rabia el hecho de que apenas llegaron, cada uno se tomara a su consentida, mi mamá a Sabrina, y mi papá a Aitana, ellas ni mi hermano tienen la culpa, nunca les tendría resentimiento ni nada por el estilo, son lo mejor que tengo y daría mi vida por ellos, el resentimiento es con mis padres, no sé para que carajos me tuvieron, si iban a tratarme mal toda mi puta vida. Con el tiempo me acostumbré a los malos tratos, luego de un tiempo, las chicas se empezaron a dar cuenta de eso y me refugiaron, ellas siempre me recalcaban en la adolescencia que yo no tenía la culpa de esos tratos, y cada vez que uno de mis padres me decía algo ofensivo y ellas estaban presentes, me defendían, las amo y no se las circunstancias por las llegaron acá, pero amaré por siempre al destino que hizo que me las cruzara.

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