Libro 1 de la Saga Penumbra
En medio de sombras ancestrales y lealtades cruzadas, Aitana despierta en un laberinto de identidades entrelazadas. Criada por la oscuridad de dos mundos opuestos, se embarca en una danza mortal por ascender en un imperio...
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Estoy en mi habitación del pent-house que compartimos Sabrina, Mía y yo. Esperando a la rubia que al entrar, veo que tiene una mala cara y me puedo imaginar el por qué, deja en el escritorio lo que traía en las manos.
—¡Me rindo!— Me dice acostándose en mi cama y cubriéndose el rostro con una almohada —¡Es como buscar una aguja en un pajar! ¡Joder!
—Me gustaría decirte que encontré algo, pero no encontré nada— Digo y me estreso con ella —¡Maldita sea! Es ilógico que llevemos días investigando y no encontremos ni mierda de nuestros padres.
—¿Intentaste buscar a la chica que viste que se parece a ti?
—No, es de la UEES, para entrar necesito a Mía, y sinceramente no quiero involucrar a nadie más.
—Aitana, deberíamos decirle, ella nos va a ayudar— Me dice ella, dudo por un momento pero la desesperación de no saber nada me puede más, así que decido hacerle caso.
Sabrina llama a Mía y al rato ella está acá.
—¿Están investigando sobre su pasado?— Nos pregunta y Sabrina la mira raro«¿Cómosupo?»
—Las conozco perfectamente, seré tímida, pero eso no quita que no escucho, aparte, Sabrina no sabe mentir.
—¡OYE!— Grita Sabrina
—Mentiras no dice— Digo.
Nos mira con la boca abierta ofendida —Claro que se mentir.
—Ajá— Decimos al unísono Mía y yo, a lo que se ofende más y solo se mete en su teléfono.
—Resumen de lo que tienen— Me dice Mía.
—Poco, lo único que sabemos es que los padres de Sabrina están muertos y los míos no— Al decir eso, noto la mirada perdida que tiene Sabrina, Mía también lo nota y le hace señas para que vuelva.
—¿Estás bien?— Dice Mía y la rubia asiente.
—Continuo— Digo —Traté de buscar un rastro, es obvio que nosotras de Estados Unidos no somos— Mía asiente a lo que digo —Pero no encontré nada.
—¿No crees que ustedes tienen algo que ver con la Mafia Árabe?— Me dice y asiento «Sospechodeesodesdequeunodeloshijosdeellíderdeesamafia, dijoquemereconocía».
—¿Crees que seamos hijas de algunos socios?¬ Pregunta Sabrina.
—No, lo dudo, es obvio que si lo fuéramos ya lo sabríamos.
—Sabes, el día que matamos al Capitán, cuando estábamos en el avión, noté que uno de los soldados que se bajó de las camionetas, se parecía mucho a ti, solamente que ella tenía cabello blanco— Me dice Mía.
