Capítulo 37

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Subo las escaleras para llegar al penthouse, mientras que mi cabeza imagina miles de pensamientos al tiempo sin darme tregua alguna

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Subo las escaleras para llegar al penthouse, mientras que mi cabeza imagina miles de pensamientos al tiempo sin darme tregua alguna.

La cabeza aún me duele, siento como si alguien me la estuviera taladrando.

Estoy hastiada de todo, pasé del enojo puro a estar sin poder soportar a absolutamente nadie.

Entro por la puerta trasera de la cocina, tengo la intención de ahogarme en la oscuridad de mi habitación, pero siento que me vuelvo a enojar al ver la silueta de Sabrina en la cocina tomando desenfrenadamente.

Dejo el bolso en la encimera y clavo mis ojos en ella.

—¿Te parece genial faltar a la carrera?— Le pregunto con la espina de la rabia volviendo a clavarse en mi pecho —¿O te parece más genial que te quemen los dedos por faltar?

No me responde, hace como si yo no estuviera junto a ella, simplemente se sirve otro trago, las ojeras pronunciadas son notorias en su rostro, sus labios partidos y su cabello seco la hacen ver demasiado demacrada.

—¡Respondeme!— Le grito —¡Sabes las consecuencias que conllevan al hecho de que faltes a esa mierda y aún así lo haces como si no pasara nada!

—No tienes moral para decirme eso cuando eres a la que no le importa nada— Me dice con voz seca —Pareciera que ni te importara lo que pasara.

—¿Disculpa?— Digo ofendida por lo último que dijo —¿A qué carajos te refieres con eso?

—Lo que escuchaste— Me dice, para luego levantar la mirada —Pareciera que no te importara una mierda la muerte de Mía, reaccionaste en el momento, pero después te fuiste a no sé donde, volviste y cuando susurraban en el funeral, jamás la defendiste. Se supone que era tu amiga, Aitana.

Me quedo sin palabras con lo que dice, me tomo un segundo, porque me debe que estar jodiendo.

—¿Te drogaste o que?— Digo —Lo siento por no ser tú y tratar de ahogarme con agua, o pelear como una loca con todos en el funeral, así no funciono yo.

—¡Pues mínimo yo la defiendo!— Grita Sabrina —¡Tú ni eso, parece que te dio igual su muerte!

—¡Que no esté llorando a los cuatro viento su muerte no significa que no me pese!— Le grito —¡Trato de evitar cuidándote a ti, maldita seas! ¡No he tenido ni un minuto de procesar todo por estar pendiente a ti y que no te tires del maldito balcón o que recaigas!

—¡Nadie te lo pidió ¿Bien?!— Me grita —¡Eres una insensible! ¡Capaz y por eso te pasa todo lo que te pasa!

—¡No le demuestro a nadie mis sentimientos ¿y qué?— Le grito —¡¿Qué más te da?!

—¡Fuiste a la maldita carrera sin importante nada lo que está pasando!

—¡A diferencia tuya, yo no quiero pasar por las consecuencias que contraía el no ir, ¿sabes?!— Le grito —¡Púdrete de verdad, que me vale mierda lo que a ti te pase!

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