Capítulo 33

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Veo como su mirada pasa de ser una que dicen miles de palabras, a una fría al pronunciar mis palabras

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Veo como su mirada pasa de ser una que dicen miles de palabras, a una fría al pronunciar mis palabras.

—¿Qué?— Pronuncia éste.

—Lo que escuchaste, ámame si quieres, pero yo no siento nada por ti— Digo antes de tomar la manija —Y si lo sintiera, jamás lo revelaría ¿Para que luego me abandones por cobarde?— Suelto una risa sarcástica —Ni drogada.

—Te estoy confesando lo que siento ¿Y tú solo recuerdas el pasado?— Me dice éste enojado.

—Soy precavida— Digo alzando los hombros —No dejaré que me abandones otra vez en un cuartucho por tu maldita cobardía de enfrentar los sentimientos.

Me largo de ahí soltando esas palabras y veo como Mía duerme en su asiento, Sabrina escucha música con los ojos cerrados y Nicholas tiene su cabeza apoyada en su hombro, durmiendo también.

Me siento en uno de los asientos y escucho como anuncian que van a aterrizar «Perfecto».

Aterrizamos en París, Francia, y sin preámbulo, me monto en uno de los carros último modelo, que nos dejan preparados nuestros guardias cada que vamos a un país.

Considero que tienen a Paris sobrevalorado, Sabrina opina diferente a mi y me ahorca literalmente cada vez que digo eso.

Así como tengo apartamentos al rededor del mundo, París no es la excepción, me dirijo a él y estaciono en una de las mejores zonas de aquí.

Subo y veo como está todo impecable. Tengo más de un año sin venir y todo está como lo dejé, pero más limpio.

Sabrina tiene que prepararse una semana, aún así, todos nos dirigimos ya que tenemos negocios o compromisos que aprovecharemos de hacer.

La semana es ajetreada entre reuniones con la Empresa Walker, reuniones entre el grupo elite de la mafia, movimientos y toda la mierda a que me aburre «Quiero acción».

Es miércoles y me paro con un sonido horrible «¿Quién demonios me está llamando?».

—¿Ah?— Digo soñolienta al contestar.

—Señora— Me dicen —Es Noah...

—Ujummm— Digo «Es el guardaespaldas principal de Christian».

—Señora— Me vuelve a decir y yo ruedo los ojos —El señor Walker está incontrolable, usted es la única que puede luchar con él, por favor venga.

Me ruega y yo me masajeo la cien «Maldito idiota».

—Encárgate tú— Digo enojada —Es tu puto trabajo.

—Señora por favor— Dice —Esta borracho y no le hace caso a nadie.

—¿Qué te hace pensar que a mi me hará caso?— Le pregunto.

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