Cuatro días después.
Viernes, 11:30 am.
Ethan.Hoy es el último día de clases antes de las vacaciones de verano y aún no he podido acercarme a Taylor. Lo intenté en varias ocasiones durante la semana y no tuve éxito, esta situación me desespera.
Necesito arreglar las cosas, no puedo sólo irme de vacaciones porque sé que no estaré tranquilo durante esos dos meses.
—¡Ethaaaaannn!
Abro mis ojos en grande al escucharla, mi sangre comenzando a hervir. Volteo rápidamente a mirarla, la ira plasmada en mi rostro.
Ella viene corriendo hacia mí, con sus brazos extendidos para abrazarme, pero justo cuando está por abalanzarse sobre mí, interpongo mi mano frente a mi cuerpo, deteniéndola y empujándola a su vez, lo que la hace caer sentada en el suelo.
—¡Ay! ¡¿Por qué hiciste eso?!—reclama, su maldita voz chillona en serio me estresa.
Bufo molesto.
—No te me acerques, Christina.—le digo entre dientes, señalándola como advertencia.
—Pero...
—Pero nada, mantente lejos de mí.
Ella me mira con desconcierto.
—Ethan.—frunce el ceño con tristeza, levantándose del suelo.
—Cállate, no quiero escucharte, niña nefasta, quiero que desaparezcas de mi vista en este instante.—le ordeno, estoy comenzando a perder la paciencia.
—¿Por qué me hablas así? ¿Qué fue lo que te hice?—cuestiona—Creí que habíamos hecho las pases.
—Pues creíste mal.—espeto con frialdad.
Ella suelta un quejido de sorpresa.
—Desaparécete de mi vida o yo te desaparezco.—las palabras dejan mi boca sin siquiera pensarlas.
Mi expresión fría y cruel cambia a desconcierto al darme cuenta de lo que he dicho.
¿Qué acabo de decir?
¿Acaso la amenacé con...?
Trago saliva, aquella macabra risa que hacía tiempo no escuchaba retumba en mi cabeza.
No reprimas tu ira, Ethan...
Una vez más me habla, retrocedo un par de pasos, sujetando mi cabeza que está comenzando a doler. Gruño por lo bajo.
Miro de reojo a Christina, se ve asustada.
—Ethan, ¿te sientes bien?
Gruño más alto.
—¡Cállate!—le grito, ella da un respingo asustada.
—Ethan...—murmura en voz baja, mas no le presto atención, ahora mi problema son las punzadas taladrantes en mi cabeza.
Gruño con dolor una vez más.
—¿Qué te sucede? ¿Te duele la cabeza?—sigue indagando.
Golpéala...
Sigue hablando la voz.
Sabes que eso es lo que quieres...
Hazlo, ¡golpéala!
—No, ¡no!—digo en voz alta—¡Ya cállate!
—Pero si no estoy hablando.—responde Christina.
Volteo a verla.
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Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN]
Mistério / SuspenseJamás creí que estaría tan cerca del peligro, tan cerca de la muerte. Todas las personas guardamos algún secreto en nuestro interior, pero hay quienes esconden secretos de los que a veces ni ellos mismos son conscientes, pero que pueden llevarte a e...