Prólogo

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Érase un reino maldito por un pasado que fue olvidado. Un pasado borrado de la historia, pero del que aún quedaban sutiles huellas que nadie lograba desentrañar. Como si de una sombra se tratase, la verdad se escurría de todo aquel que intentase alcanzarla y se alejaba dejando solo un susurro inaudible.

Tao era un gran reino de humanos. La tecnología progresaba y la ciencia relucía con cada nuevo descubrimiento. La cultura no faltaba y cientos de fiestas se celebraban en todos sitios. Las ciudades, aisladas unas de otras, crecían con el tiempo. Las granjas quedaban alejadas del resto del reino, pero cuánta paz se respiraba en ellas.

Mas faltaba algo. Algo que nadie sabía identificar. Los humanos vivían en una burbuja de falsa felicidad y sentían que algo había sido robado de sus recuerdos y corazones. Algo procedente de un ayer doloroso que había dejado un sutil vacío, una sombra sin forma. Algo que una extraña niebla custodiaba.

Fue en aquel reino, en una pequeña granja del sur, donde nació Diana. Su padre, un hombre al que jamás pudo conocer, se fue cuando solo tenía dos años, esfumándose para siempre sin dejar rastro.  Por suerte para ella, aún tenía a su madre, su querida abuela, los animales de la granja, y su querido perro, quien se convirtió en un hermano para ella.

Diana era una chica que tuvo la mala suerte de nacer en un reino roto y consumido donde la naturaleza cada vez era más escasa. Un reino aislado que jamás sintió que fuese su hogar.

Y es que había algo en ella que era diferente.

Algo que quería escapar.

Algo que la niebla había ocultado.

Lo que la niebla ocultóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora