Capítulo 18

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Diana permanecía agarrada al torso de Hino en silencio mientras observaba la belleza de la naturaleza. Aquellos días había sido muy complicados y confusos para ella, pero por fin comenzaba su aventura para despejarse y cambiar de aires. Quería evitar pensar en el reencuentro con su padre y en aquella historia que la había desgarrado por dentro, así que se puso a contemplar todo a su alrededor y a compararlo con su reino. En el mundo de Tao los bosques que existían habían perdido su color y vitalidad tiempo atrás y solo quedaba un vestigio de lo que eran antes. No eran tan verdes ni tan altos, ni tenían tantas hojas ni frutos tan exóticos.

Había tanta paz y tranquilidad que podía sentir cada ser vivo que ahí habitaba en una perfecta armonía. Casi percibía los hilos que conectaban a cada criatura y que lo movían todo.
A pesar del agradable silencio, se vio con la necesidad de hablar.

—Este reino es precioso, nunca había visto algo así.

Una pequeña risa brotó de su amigo.

—Se ha ido recuperando un poco con el tiempo, pero antes era mucho mejor —contó Hino con serenidad.

—¿Cómo era antes?

—Pues todo estaba mucho más vivo. Había más especies de plantas y animales; siempre había pixies, las pequeñas hadas, revoloteando por ahí. Había muchísimos unicornios y pegasos, y se veían más animales mágicos. En las noches brillaban más luciérnagas y las ninfas se dejaban ver a veces y cantaban al son del bosque. Los duendes y gnomos bailaban alrededor de minúsculas hogueras... Se podía sentir mucho más la magia. Era perfecto. —Aunque Diana no podía verle la cara, sintió que Hino se había nublado por la tristeza, pues había bajado las orejas en un gesto triste—. Cuando los humanos iniciaron la guerra, destruyeron muchas partes de bosques, atraparon a muchos feéricos pequeños y criaturas y...

Su voz se quebró y no pudo seguir. Lo escuchó tomar aire, como si eso le renovase por dentro.

—Hino...

—Los pegasos y unicornios llegaron al borde de la extinción; y... Gisi es el único unicornio que queda, probablemente... —dijo acariciando la suave crin de este—, los Animales Ancestrales, que eran espíritus de la naturaleza, se marcharon a Ruhê. Algunas criaturas que antes eran buenas se volvieron oscuras. Y los elfos no pudimos evitarlo... Se supone que éramos los que debíamos proteger el reino y... no pudimos... Somos los guardianes de Álfur pero... —contó, pero dejó de hablar. Diana le abrazó con fuerza.

—Lo siento mucho, Hino... Si hubiera estado en ese momento... Yo...

—No podrías haberlo evitado, Diana. —Hino suspiró, y pareció recomponerse enseguida, como si no quisiera dejar ver su tristeza—. Pero bueno, ya es el pasado. Álfur aún sigue enfermo, pero al menos todo se ha calmado un poco.

—Veo que los humanos causaron mucho daño... A veces odio formar parte de ellos... Son... monstruos.

Hubo un breve silencio entre ambos. Diana se concentró en los sonidos del bosque y en el piar de los pájaros.

—Diana. Me he dado cuenta del odio que les tienes —habló su amigo, cambiando su tono—. Los humanos generalmente no son malos. Hay algunos que sí lo son y no pueden ver más allá de su ego. Creen que todo les pertenece y no entienden el verdadero valor de las cosas. Destruyen y quieren tenerlo todo. Y desgraciadamente son ellos los que suelen tener más poder. Pero estoy seguro de que hay personas geniales que luchan por un mundo mejor, que no les importa arriesgarse por el otro y que estuvieron en contra de lo que el resto hizo a este reino. Sé que hay bondad en el ser humano. Venga, piensa un ejemplo.

Diana se concentró y posó la cabeza sobre la espalda de su amigo. Al principio solo pensó en la anciana, en su madre y en su tío. Pero más personas se fueron sumando a la lista. Desde sus profesores hasta personas de gran menor o mayor influencia que alzaron su voz hasta la saciedad pidiendo un cambio, exigiendo justicia, libertad e igualdad. Personas puras de corazón que anhelaban acabar con todo mal. Personas que querían ser escuchadas pero cuya voz era a veces frenada por otras.

Lo que la niebla ocultóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora