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En su memoria no había encontrado nada más que el alcohol pegándole en su punto débil. El dolor de cabeza y las ganas de vomitar eran insoportables, iba al baño más veces de lo inusual y no paraba de maldecir aquellas veces que se dispuso a beber de aquellas bebidas fuertes.

Fue al baño por tercera vez en la mañana, las náuseas y el dolor en su cuerpo hacían que no pensara con claridad en todo lo que quería recordar y se agarró la cabeza para evitar mareos.

Respiraba con dificultad y trató de mantenerse de pie. Tranquilizaba su cuerpo para no volver a vomitar, cerró los ojos y se lavó los dientes con sus ojos aún cansados, con un poco de ojeras y con las ganas de seguir durmiendo. Pero su mente y cuerpo se lo impedían. Volvió a bostezar y no sólo notó el cansancio de su mente, sinó que también el de su cuerpo.

«¿Tanto baile para que me duelan las piernas?»

Pensó y acarició sus muslos. Recordó cuando Aurora, en la fiesta, se había ido enojada y con lágrimas en sus ojos porque Hudson le había coqueteado. No tardó en sentirse mal por ella, y pensó en las veces que la buscó, pero que no la encontró en ese lugar lleno de personas. Estuvo incómoda y no supo qué hacer en esa situación tan estresante para ella y para Aurora.

Luego no pudo recordar lo que había pasado después, no había visto ni a Aurora ni a William, «¿donde estaban ellos?» Pensó en lo mal que se sintió cuando estaba sola y, en las cosas que pudo haber disfrutado si hubiera estado con sus amigos, y si Hudson nunca se le hubiera acercado de esa manera. Estaría todo bien.

Tenía que encontrar el modo de disculparse con Aurora por no ser más clara con Hudson cuando le dijo que no, pero Valentine tampoco quiso ser mala en rechazar los cumplidos.

«Al final no tuve que haber ido»

También quería saber qué había pasado con William, porque lo más probable es que Aurora se haya ido de la fiesta, ¿Pero y William? Estaba un poco dormida y confundida, todavía no se había despertado del todo, sus ojos se abrían y se cerraban, bostezó y caminó un poco mareada hacia la cocina. Intentó hacerse el desayuno pero con el sueño y su mente confundida se le hacía algo imposible, solo logró hacer un café con leche.

Se sentó en la silla y apoyó la taza sobre la mesa, sus manos buscaban el calor mediante el café recién preparado y empezó a beber sin dejar de suspirar.

Considero en llamar a sus amigos, quizás para hablar de lo que pasó ayer y arreglar algunas cuestiones, aunque no estaba segura. Pensó en ello y esperó a que la hora se pasara, para ver si les mandaba un mensaje.

Dejó su desayuno a la mitad y se quedó tumbada en el sillón, miraba el techo sin ninguna emoción en su rostro, estaba aburrida y no quería hacer ningún esfuerzo de nada, pero un escalofrío en su columna le hizo acordarse aún más de aquella noche.

Sus labios se humedecieron y sintió un cosquilleo por debajo del ombligo, se levantó de un golpe y le llamó la atención aquella extraña sensación que de pronto su cuerpo sitió, no pensó en nada, hasta que se le vino una imagen borrosa en su mente de ella en el baño con alguien más.

«¿Por qué no recuerdo nada?»

Se frotó los ojos sin poder recordar más, supuso que el alcohol le había afectado en la memoria y que, ahora, se estaba inventando cosas que nunca pasaron. Creyó que estaba por enloquecer y por un momento se imaginó la sensación de satisfacción que creía no haber sentido jamás. Se asqueó y se negó a volver a pensar en aquello, extrañada por lo que pensó.

La tarde se acercaba y seguía sin hacer ningún movimiento, con su mente metida en pensamientos dudosos y raros, con la imaginación en los cielos y sin poder mantenerse concentrada en algo.

Mucho por decir del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora