La noche transcurrió en un aburrimiento que no imaginó que fuera tan pesado. Un martes a la oscuridad de la luna parecía hacerse eterna, y la extraña sensación de querer ir a la escuela solo para verlo era un desacuerdo entre su cuerpo y mente.
No podía imaginar como de un día para otro sus sentimientos habían cambiado, procuraba no sentir aquello que no debía, pero la satisfacción que le daba al imaginarlo eran aquellas mismas que le producía chispas de emoción cada vez que lo miraba o se tentaba a querer besarlo. Debía estar enfadado consigo mismo al notar aquel cambio que Hudson ha producido en él. No le parecía apropiado querer acostarse con el chico al que le gustaba a su amiga, pero era inevitable no pensar en aquello, y se lamentaba cada vez que lo hacía.
Apoyó su cabeza en la almohada con su mirada perdida en el techo de su habitación y sus brazos estirados. No se había dado cuenta en qué momento las confusiones entre ellos empezaron a aparecer. Era raro ver que al pasar los días sus intenciones eran diferentes, y que el miedo constante de perder a sus amigos se hacía más grande.
Relajó por un instante su cuerpo y se forzó a cerrar sus ojos en un intento fallido de querer dormir. Sus músculos se tensaron y el calambre se hizo presente en unas de sus piernas. Giró su torso para acomodarse de alguna manera que le sea cómoda e intentó de nuevo dormir, algo que no funcionó.
Su respiración era pesada y fuerte. Se concentró en las afueras de su hogar, escuchaba apenas algunos autos pasar y a sus vecinos discutir. Permaneció toda su atención en aquellos ruidos, con la intención de no volver a sus pensamientos inquietos que daban vueltas en su mente.
Hacía mucho que no le costaba dormir, ya se había acostumbrado a la rutina de antes, pero sus pensamientos lo mantenían despierto hasta tal punto de querer escapar de ellos.
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Despertó con su alarma que sonó a las 6 de la mañana. Se levantó aún con los ojos cerrados y con su cuerpo tambaleándose de un lado a otro.
Preparó sus cosas, se vistió y salió de su habitación. Saludo a su padre al verlo en la mesa con su café en mano.
Salió de su casa con la mochila en su hombro y con su mano izquierda sostenía las llaves que estaban a punto de caerse. Corrió hacia la parada de autobús y se relajo al volver a ver la hora.
Llegó a la escuela junto con Valentine que recién ingresaba. Caminó hacia ella y pretendió asustarla con un leve movimiento de manos. Pero falló en el intento.
—Ya te vi William.
—Qué aburrida. —Se apoyó en los hombros de Valentine y caminaron hacia el salón hasta ver a Aurora ya en la puerta de su casillero.
—¿Y si mañana vamos al centro comercial? —dijo Valentine después de saludar a Aurora con un beso en el cachete.
—Claro. —La mano de Aurora agarraba su cuaderno mientras miraba a ambos en total silencio. Valentine se acomodó su pelo rojizo al haber estorbado la vista.
Ninguno de los tres se animó a establecer una conversación. Hasta que William no pudo disimular aquellos ojos hipnotizantes al notar a Hudson ir hacia él. Su corazón empezó a acelerar y su cuerpo se calentaba por culpa de sus nervios. Miró hacia Aurora y pensó que la mejor idea sería esconderse detrás de ella, así que se apoyó contra la pared e intentó agacharse, movió a Valentine para que lo tapara y con su mejor esfuerzo intentó sacar algún tema para hablar y así poder ignorarlo.
Ambas notaron aquel cambio drástico en William y cuando Aurora decide darse la vuelta para averiguar lo que sucedía, Hudson ya se encontraba detrás de ella, observando a William con una sonrisa de costado.

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Mucho por decir del amor
Teen FictionAmor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él. ¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...