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«¿Qué le pasa?» se preguntó una y otra vez al no poder distinguir la actitud distante de Valentine. Caminó por el pasillo en silenció con el sonido de la lluvia de fondo, hasta ver a Aurora a lo lejos. Fue hacia ella, cansado por haber recorrido todo el hotel.

—Me costó encontrarte —Respiró profundo y exhausto—. ¿Sabes si Valentine está bien?, estuvo muy rara cuando fuimos al museo. —hizo una pequeña mueca de saludo al darse cuenta de que Ophelia estaba junto a Aurora.

—Creo que es por Joanne dedujo y miró a Ophelia por un momento— Valentine me pidió que la dejara sola con Joanne. Están en la habitación —Le guiñó un ojo a William sin dar tantas vueltas al tema.

«¿Valentine le dijo que las dejara solas? No me lo creo, que milagro» con las últimas palabras que escuchó supo que había oportunidad de que ambas ya no sigan peleadas y que, quizás, puedan arreglar todos los malos entendidos y situaciones que han ocurrido.

Pensó que tal vez, la actitud extraña de Valentine se debía a todo lo que pasó con Joanne en los últimos meses. William no quiso pensar en lo que sucedería si ellas dos ahora se encontraban discutiendo, prefirió creer que ambas solucionarían todo lo que nunca se pudo resolver.

—¿De qué estarán hablando? —preguntó insistente. Sus brazos se cruzaron y se apoyó contra la pared sin dejar de mirarlas a las dos.

_No sabemos, pero no te preocupes, estarán bien —aclaró Ophelia— Vamos abajo.

Llegaron los tres a la planta baja del hotel. Se sentaron en los sillones que se encontraban en la sala de espera. Aurora se dirigió a las máquinas expendedoras de comida y agarró un paquete de papas fritas con algunos refrescos. Repartió las bebidas y se sentó al lado de William.

—Bueno, mientras esperamos a esas dos, ¿qué hacemos? —_Ophelia se cruzó de piernas y tomó un sorbo de su jugo de naranja—. Estoy aburrida.

Los tres se tentaron de la risa ante aquella forma directa de decir que estaba aburrida. Todos lo estaban junto con la combinación del sueño que les produjo el día lluvioso y agotador. William apoyó su cabeza en el respaldo del sillón y cerró los ojos mientras Aurora y Ophelia hablaban de temas que él poco entendía.

Recordó las últimas semanas. El cambió que tuvo sus día no solo le sorprendió, sino que también aquellas pequeñas decisiones que tomó en un principio. Imaginarse con Hudson era una de esas.

Pensar que se enamoró de él en poco tiempo era una sensación que todavía permanecía en él, era una que no le disgustaba, todo lo contrario. Y anhelaba seguir a su lado y que nada ni nadie cambiara aquello.

Su mente no pudo evitar recordar los momentos en los que Joanne parecía una total burlona que no paraba de molestar a Valentine, y pensar que creían que ella nunca cambiaría, pero sí lo hizo. No sabía el porqué o cómo sucedió, pero eso ya no le importaba.

✧・゚: *✧・゚:*

Apareció Theo y se unió a ellos, detrás de él, Hudson, que tenía una taza de café en manos. Los dos se sentaron en frente de las chicas.

—¿Qué estamos esperando? —Hudson alzó una ceja y dejó la taza en la pequeña mesa redonda que se encontraba enfrente.

—Valentine y Joanne están hablando —dijo Ophelia como si fuera algo imposible y misterioso. Aunque en el fondo, para todos lo era.

—No quiero esperar —Se levantó de golpe—. ¿Y si vemos que hacen? —Las ganas de espiar o saber de lo que hablan se expandieron hasta querer convencer a los demás de ir con él.

—No, Hudson, no las vamos a espiar, después nos van a contar.

Las charlas entre ellos iban y venían, la mayoría eran recuerdos de cuando se caían mal. No era muy esperado que pudieran comunicarse bien sin pelear o alzar la voz. William contaba sus anécdotas de cuando no soportaba al grupo de Joanne y como los empezó a odiar.

Reían al ser la primera vez que se juntaban todos juntos, a excepción de Valentine y Joanne, sin tener algún problema entre ellos.

—¿Saben donde está el baño? No quiero subir cinco pisos para ir a mi habitación —interrumpió William sin poder aguantar la incomodidad.

—En el segundo piso hay uno, que en la puerta tiene el número 124 —contestó Aurora un poco entre risas. William se levantó y con los pasos apurados fue al baño.

Dio vueltas entre los pasillos del hotel, pero después de unos minutos en busca del baño, encontró la puerta 124. Soltó un suspiro ante toda la tensión de su cuerpo. «¿Por qué no hay baños en la planta baja?» se quejó en silencio y abrió la puerta con algo de dificultad.

—Perdón —gritó antes de cerrar la puerta con fuerzas y taparse los ojos con sus manos «No vi nada, no pasó nada» susurró e intentó olvidar lo que acababa de ver. No solo no era el baño, sino que era la habitación de sus amigas y las había encontrado en el momento menos oportuno.

«No discutían, eso es bueno. Pero si se estaban comiendo» Rió sarcásticamente ante su propio comentario.

Subió de nuevo al ascensor para ir a su cuarto en el cual no habría nadie besándose y él podría ir al baño tranquilo.

Subió de nuevo al ascensor para ir a su cuarto en el cual no habría nadie besándose y él podría ir al baño tranquilo

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Mucho por decir del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora