Amor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él.
¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...
La semana se había vuelto intensa en rumores y en sensaciones que no creían haber experimentado antes. Theo se mantenía al tanto con sus amigos, aun así, le costaba entender las relaciones que los otros llevaban. Estaba tan pendiente de si mismo, que no se había dado cuenta que los demás tenían oportunidades y emoción en sus vidas, a excepción de él.
¿Por qué era tan difícil conseguir un amor que le correspondiera? Estuvo día y noche en su mente, pensaba en Aurora y en como ella lo podía hacer sentir bien con solo verla. Ya había hablado con sus amigos de ella y en ese momento ninguno estuvo de acuerdo con él. Quería hacer algo al respecto, quería dar el primer paso.
En la cafetería, en un recreo especial por ser el día en el que los estudiantes iban a competir por un trofeo del mejor matemático. Observó a Hudson y a Joanne, ambos perdidos en sus pensamientos, como lo fue en las últimas semanas.
Hudson estaba con una sonrisa en su rostro y un brillo característico en sus ojos grises, mientras su mirada permanecía en William.
Joanne miraba su tercer vaso de café sin su brillo que refregaba cada día, más bien estaban opacos y sus ojos negros no resaltaban como siempre lo hacían, estaban apagados, algo que le extraño a Theo.
Su hermana, Ophelia, con el celular como era de costumbre, leyendo sus Bl mientras reía en susurros. Y él, sin saber a dónde mirar. Discutía con si mismo internamente, al no querer ver a Aurora que se encontraba a unas mesas en frente de él.
Volvió a dirigir su atención a sus amigos algo confundido. El no entendió lo que ocurría en sus mentes y le gustaría saberlo, pero no los quería interrumpir.
Las profesoras de Matemática entraron al comedor con la lista de problemas matemáticos ya lista y llamaron de a uno a los participantes que estaban interesados en ganar el premio. Bajaron un pizarrón en el cual había números y letras para resolver, y cada alumno tomó un fibrón y empezaron a calcular.
Joanne seguía en la suya, sin prestarle atención a los estudiantes que estaban en frente resaltando su inteligencia.
—¿Qué pasó al final ayer con Valentine? —preguntó Ophelia mientras dejaba su celular y apoyaba sus codos sobre la mesa y sus manos en su rostro.
—No se lo tomó tan bien. La besé, pero luego se fue, y hoy ni siquiera me miró.
Llamó la atención de todos los presentes de aquella mesa, la cual los tres dirigieron su mirada a Joanne. Theo no pudo evitar abrir sus ojos y asombrarse por la respuesta de su amiga. Hudson volteo su cabeza en dirección a Joanne sin sacarle la vista y con la boca un poco abierta. Ophelia se percató de los ojos de Joanne; oscuros.
Dolió aquella contestación, la cual hizo poner mal a sus amigos, quienes parecían no poder reaccionar. Dejaron ahí la charla y cada uno se puso a hacer sus cosas; Joanne prestó atención sin ganas a los matemáticos, quienes le aburrían y detestaba. Miró de reojo a Valentine, quería molestarla, hacerle saber que le interesaba, pero sabía que no era un buen momento.
Ophelia siguió con su lectura y Hudson se encontraba inquieto al perder de vista a William.
Theo quedó embobado y con sus ojos relajados al mirar a Aurora no tan lejos de él. Su corazón empezó a acelerar al creer que por un momento habían cruzado miradas, aunque solo fue su perspectiva, se emocionó al notar que pudo conectar con ella a través de miradas, aunque fuera solo unos segundos.
Al finalizar el concurso, cada estudiante que quiso pasar al frente y resolver los problemas, recibieron una medalla, y solo uno de ellos, el mejor, recibió un pequeño trofeo con un regalo de parte de la escuela.
Todos aplaudieron y salieron del lugar. Era el último recreo y podían quedarse o irse, eso a elección de cada estudiante.
Joanne quiso aprovechar y llamó la atención de Valentine junto con la de William y la de Aurora, ambos giraron y la miraron confundidos. Pero Valentine no se molestó en verla y solo siguió de largo. Pero sus dos amigos se detuvieron al notar aquella tensión. Theo llamó discretamente a Aurora y quiso atraerla hacia él, aunque ella, sin darse cuenta de la presencia de Theo, llamó a los gritos a Valentine, un poco desesperada al querer que Joanne y ella hablaran. Pero, aun así, Valentine decidió ignorarla e irse.
Joanne negó con la cabeza al notar aquel rechazo por parte de Valentine. Por primera vez, Theo pensó que no era normal la actitud que su amiga tuvo. «realmente está enamorada». Dirigió toda su atención a Aurora, quien se le había quedado mirando mientras el pensaba.
Pudo notar sus mejillas sonrojarse y su corazón acelerarse. Se apoyó contra los casilleros y mantuvo sus manos dentro de sus bolsillos, con una sonrisa de costado. Le guiño un ojo a Aurora y por un momento pretendió tirarle un beso al aire, pero se arrepintió al ver su rostro de desagrado y darse la vuelta para volver con Valentine. William hizo lo mismo al sentir la desilusión.
Hudson soltó una carcajada.
—¿Qué fue eso? ¿Un intento de coqueteo? —Hudson se burló al ver el intento fallido de Theo. Él lo miró desprevenido, con su cuerpo hirviendo ante la vergüenza. Su sonrojo empezó a notarse más y ante esa reacción, Hudson lo tomó por los hombros mientras seguía riendo.
—¡Hudson! —Interrumpió Ophelia. Intentó no hacerlo sentir mal y lo animó con un pequeño codazo en su brazo.
—¿Qué? No es mi problema que no sepa coquetear —Podía fingir que no había escuchado aquello, aunque era cierto y por eso cada segundo que pasaba por al lado de Aurora se sentía tonto.
Nadie es capaz de controlar lo que siente. Incapaz de saber de quien se enamora o si acaso eso es posible. Podría amar pero nunca saber si es amado; es algo que podría herir los sentimientos de quién los tenga, al saber que solo el ama.
Miró el suelo y pretendió no darle importancia al asunto. No iba a quedarse con los brazos cruzados mientras todos los días ocurría lo mismo, necesitaba de alguna manera hablar con ella.
Caminó hacia la salida de la escuela y la vio salir con su bicicleta nueva. Quedó nuevamente embobado por la sonrisa que traía en sus labios, lo que lo hizo pensar en sus ganas de querer besarla. Se armó de valor para acercarse, pensó que no le vendría mal intercambiar algunas palabras con ella.
—Perdón por lo de antes —El nerviosismo parecía jugarle una mala pasada al notar que Aurora apenas había escuchado sus disculpas y que ni siquiera se había girado a mirarlo.
—No pasa nada —dijo sin entender el porqué de su perdón. Dio unos pasos hacia la calle para irse.
—¿Puedo acompañarte?
—Que molesto, solo vete -susurró sin darse cuenta de aquellas palabras—. No —Estaba concentrada en los autos que pasaban y en sus pensamientos que la distraían. Theo solo se quedó callado, sin saber qué responder. Sus manos sudaban frío y la tensión de su mandíbula empezaba a doler.
—Perdón, solo pensé que —Fue interrumpido por Aurora por su mirada impaciente en él, que lo llegó a intimidar.
Aurora agarró con firmeza su mochila y se subió a la bicicletera.
Theo solo observo como se alejaba. Quedó con las manos en el aire y con el nudo en la garganta de querer llorar.
No podía sentirse más débil ante aquel rechazo tan inesperado. Por un momento tuvo esperanzas de caminar junto a ella y quizás, solo quizás, poder declararse. Pero no fue así, y las ilusiones solo se fueron como las anteriores veces que se ha enamorado.
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