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—Creo que no soy él único que opina que últimamente nos estamos separando —remarcó William. Ambas que lo escucharon con atención asintieron con la cabeza, en aquel silencio incómodo que William rompió.

—Por eso no me voy a enojar más con ustedes, te entiendo William, gracias por decirme la verdad —repitió por segunda vez Aurora, que dejó que las ganas de llorar la persiguieran.

—Vamos a prometernos que vamos a contarnos todo, no quiero que pase algo peor —Una cálida sonrisa apareció en los labios de William. Apreciaba tanto aquella amistad que tenía.

—Creo que me falta contarles algo. —Valentine se mordió el labio inferior y los miro con vergüenza en sus ojos—. Joanne me beso —admitió con dificultad, miró hacia la esquina de la habitación de Aurora y evitó mantener contacto visual.

Su pulso se aceleró y solo pensó en sus latidos de su corazón, ya que los escuchaba con claridad.

Ambos, con la boca abierta y sus ojos con asombro, se miraron entre ellos sin poder creer lo que escucharon, hicieron muecas y movimientos que ni ellos entendían.

—¿Tú y Joanne? ¿Por qué? —dijo Aurora sin comprender.

—En la fiesta estaba mal porque te habías ido y te enojaste conmigo, entonces tomé un poco de alcohol y no sé en qué momento Joanne me invitó unos tragos y luego me besó —explicó, esta vez con la vista en sus pies y sin saber qué más decir.

—¿Por eso ayer no podías ni mirarla a los ojos? —Las preguntas de William no ayudaban a la situación. De todas formas, Valentine asintió y ninguno de los dos podía tomárselo en serio.

Aurora chocó su mano con su frente y se olvidó de todo lo que había pensado anteriormente de Hudson. Ahora solo había captado toda su atención en lo que Valentine les dijo. «Se besaron» Pensó Aurora sin saber qué decir. Valentine dirigió su vista a ellos y se lamió los labios por tercera vez sin darse cuenta.

—No sé, pero no fue solo un beso —aclaró. William saltó de la emoción y se levantó, con una mano en su boca y sus ojos de pronto empezaron a brillar. Aurora no reaccionó, pero en su mente flotaba un montón de dudas que habían aparecido de repente.

—¿Ustedes eran las que vi en el baño?

—Si —respondió mientras entrelazaba sus manos y controlaba su respiración que se había acelerado.

—Pero, Joanne te odia, ¿por qué te besó? —Interrogó Aurora, con las ganas de seguir preguntando.

—Ella también estaba borracha, habrá sido eso.

William y Aurora volvieron a intercambiar miradas entre ellos. Los pómulos de Valentine se sonrojaron y ella no supo cómo reaccionar. Dejó caer sus manos en la cama y se apoyó contra la pared, se acomodó e intentó intercambiar algunas palabras, pero su boca quedó cerrada, y aunque quisiera, no sabía qué más contar.

—Todavía no entiendo nada —Una sonrisa se le formaron a ambos. Aurora estaba con sus manos en su cara y William empezó a saltar y a ver a Valentine de otra manera.

—¿Qué te pasa? —preguntó Valentine al ver a William.

—No lo sé, me emocioné —Soltó una pequeña risa nerviosa que ninguna de las presentes se había percatado.

«¿Se emocionaron?»

Pensó Valentine al mirarlos. William nunca había creído que su amiga y la chica que ella odiaba se besarían o incluso, llegarían a hacer algo más que eso, por lo que le sorprendió bastante. Ahora no podía dirigirse a Valentine de la misma forma que como lo hacía habitualmente.

—Velen, yo siempre te he emparejado con Joanne desde que la conocimos —confesó William sin parar de moverse de un lado a otro—. Son como un amor prohibido —Aurora asintió con la cabeza.

Valentine se sobresaltó al escucharlo y solo se quedó quieta mientras pensaba en lo que William había dicho.

«¿Amor prohibido? Qué estupidez»

Los minutos pasaron y la noche se hizo presente. Los tres se despidieron en la salida de la pequeña casa de Aurora. Ella se quedó en la puerta mientras los saludaba a ambos con una sonrisa y con el típico gesto con la mano.

Ya eran las 08:00 pm, y el sueño la consumió hasta el punto de quedarse dormida en el autobús. Al llegar a su destino, bajó del transporte cansada y con los ojos al límite de cerrarse, abrió la puerta de su casa y entró. Sintió la calidez que portaba el hogar. Su mamá la recibió como de costumbre, con la mesa ya servida.

Sus pensamientos divagaban en las reacciones pasadas que tuvieron sus amigos, en la declaración tan espontánea de William y, en la idea tan repentina de querer besar. Sus labios se humedecieron con el jugo dulce de su bebida, esperaba sentir su saliva recorrer su lengua, pero solo era el jugo en su boca.

«¿Qué mierda me pasa?»

Su madre detuvo su mirada hacia su hija, quien parecía estar concentrada en la comida.

—Cariño ¿Qué hicieron hoy en la casa de Aurora?, Te veo algo distraída.

—Ella nos llamó porque no se sentía muy bien —Su mamá dejó que comiera, pero Valentine solo miraba su plato y movía el tenedor sin ganas.

—¿Por qué no mejor te vas a dormir? —propuso al notar que seguía sin comer. Valentine se dirigió directamente hacia su habitación y se acostó en su cama con las sabanas recién cambiadas.

Al quedarse ya casi dormida, pudo percibir un olor que reconoció enseguida; aquel perfume intenso que llenaba el aire del cuarto en donde ella se encontraba, con la seducción que a ella le encantaba y le motivaba a sentirla rozar contra ella.

«Mierda, mierda»

Abrazó la almohada e inhalo su olor a rosas que tanto le hacía recordar a ella. Aquel aroma que le rogaba que se estrechara contra su pecho e imaginara un beso que las uniera. Quería sentirla, estar dormida abrazada a ella mientras sus caricias recorría su espalda.

«La odio, me cae tan mal»

Sentía como se quedaba dormida en su pecho mientras Joanne la acariciaba y le besaba la frente, pero aquellos besos eran cada vez más invasivos, hasta besarla en todos los lugares posible de su rostro.

Se despertó con el corazón y la respiración acelerada, con un cosquilleo que recorría toda su columnas. Aquel sueño hizo que se levantara aun con la mente dispersa en la relación que tenía con Joanne y en las cosas que empezaba a pensar y hasta soñar.

Se miró al espejo notando sus mejillas rojas y su cuerpo caliente, con la alteración de sus latidos.

«¿Por qué me pasa esto?»

Pensó al notar sus manos temblar. Volvió a su habitación para volver a acostarse, esta vez tardó en dormirse. Intentaba pensar en cualquier otra cosa que no sea ella, pero parecía imposible, ya que todo le recordaba a Joanne, no podía aceptar que se la pasaba pensando en ella. Se maldijo antes de quedar completamente dormida, sin poder aceptar ninguno de sus pensamientos.

 Se maldijo antes de quedar completamente dormida, sin poder aceptar ninguno de sus pensamientos

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Mucho por decir del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora