Su aburrimiento era cansador a tal punto de coquetear sin sentido solo por divertirse un rato. Pero aquel beso le hizo notar muchas cosas que antes no había imaginado.Quizás la confusión no era lo que sentía en ese momento, pero las dudas y preguntas se le sumaban cada vez que pensaba en aquello
«¿Por qué tengo ganas de besar?»
«De besarlo»
En la fiesta no tomó más que un vaso de alcohol. Estuvo ebrio toda la noche. Se quedó en su mansión y deseó deshacerse de ese sentimiento tan ridículo que ahora lo invada. Con la tentación y la necesidad de querer probar aquel cuerpo que lo mantenía entretenido en sus pensamientos.
No aguanto las ganas y se dispuso a tomar un baño de agua tibia para regalarse. Se desvistió y entró a la ducha. Sintió el agua recorrer por su cuerpo y se le erizo la piel con solo pensarlo, un pequeño escalofrío recorrió sus caderas, no pudo evitar aquella sensación. No se relajo, en cambio, se puso más tenso.
Intentó pensar en otra cosa mientras suspiraba y se distraía. Se llenó de inquietud, con dudas acerca de su sexualidad. ¿Había cambiado su manera de pensar, solo por haber besado a un hombre? Nunca había tenido intenciones de gustarle a un chico, ni mucho menos estar con uno, pero ahora todas esas ganas de tocar su cuello, su cintura, su espalda, lo llenaban de pensamientos sucios que deseaba terminar con ellos.
«¿Qué me pasa?»
Pensó por un instante al darse cuenta de lo que se imaginaba. Se encontraba perdido, en alguien que decía no ser él.
No se sentía él mismo, y ahora estaba lidiando con un pensamiento inapropiado.
Empezó a distraerse y a no volver a pensar en aquellas imágenes que tanto le perturbaban. Hasta que sus estímulos lo molestaron y reaccionó a ellos.
Mantuvo la calma, pero la necesidad urgente de responder hizo que lo intentara. empezó a moverse, su cabeza miraba hacia arriba y se apoyó contra la pared para mantener el equilibrio.
Pensaba en él y en los roces que podrían tener, en las ganas de ver su cara en completa satisfacción, el deseo de escuchar sus gemidos en su oreja y en hacerlo caer en sus brazos para admirar aquel cuerpo, aquella figura que tan loco lo tenía, deseaba tenerlo ahí, con él, para mirarlo y susurrarle las cosas que tenía por decirle.
«¿Qué mierda?»
Creía que no debía. Siguió hasta quedar satisfecho, pero aún tenía las ganas de verlo, no era lo mismo si él no estaba. Su mente confusa intentó arreglar las preguntas que surgían.
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Salió de la ducha y caminó hacia su cama un poco torpe, con mareos que no había previsto. Se vistió y exhalo lo más que pudo. Luego se recostó en su cama. Pero todavía seguía con las ganas de tenerlo encima de él.
Cerró los ojos e imaginó lo que pasaría si su grupo se enterara, Joanne, según él, estaría furiosa, y no podría aguantar tantas amenazas y conflictos por parte de su amiga.
«No tiene por qué enterarse»
La sensación de querer mandarle un mensaje, un pequeño mensaje de texto «¿Qué es lo peor que podría pasar?» No lo sabía y no estaba seguro de hacerlo, pero el impulso le ganó
Hudson: ¿Quieres venir a mi casa?
Un delicado y arriesgado mensaje sin saludarlo antes. Cerró los ojos hasta poder escuchar su celular vibrar. No pasó ni una hora para que William se le apareciera en la entrada de su mansión.

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Mucho por decir del amor
Roman pour AdolescentsAmor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él. ¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...