Amor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él.
¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...
Dos años atrás, fin de las vacaciones de verano, iniciaron las clases. El otoño se acercaba y los nuevos estudiantes ingresaban a la institución. Entre ellos, Joanne, con las expectativas bajas se dispuso a salir del auto a la fuerza y tener que entrar a aquel lugar en el que ella llamaba infierno.
—¡No quiero! —gritó sin llamar la atención de los que la rodeaban.
—No me importa, entra —. No tuvo opción de acceder involuntariamente.
«¿Por qué pensó que sería buena idea cambiarme de escuela?»
La entrada estaba llena de máquinas expendedoras y adornos que a Joanne les parecía patéticos, y al fondo pudo notar un gran patio. Al no saber a donde ir, caminó por un pasillo estrecho y siguió a algunos alumnos hasta poder hallar su clase. De un segundo a otro los alumnos ingresaron y el lugar se llenó de estudiantes. Las voces ajenas hicieron que no encontrara a nadie nombrar su salon. Las personas estorbaban su camino e intentó esquivarlas. Pero chocó con una chica y se golpeó el brazo contra un callejero.
—¡Mira por dónde vas, imbécil! —Sus ojos se cruzaron con aquellos color celeste.
«Y eso que venía de buen humor»
Pensó, pero no le quitó la mirada de encima. Valentine arqueó una ceja y no quiso pedirle perdón. Joanne volvió a caminar volteandose para verificar que ella seguía ahí. Por alguna razón que ella desconoció, aquel rostro desconocido la dejó sin palabras.
«Muy linda para no tener modales»
Una sonrisa curiosa se formó en su rostro a pesar que su enojo empezaba a crecer.
Después de minutos sin encontrar su salón soltó un suspiro de alivio cuando miró aquella puerta que llevaba buscando. Entró y solo había algunos estudiantes ya sentados. Mientras los demás llegaban. Joanne vio una mano que le señalaba que se acercara. Ella se dirigió hacia aquel rubio de ojos grises oscuro y sujetó con fuerza su mochila que colgaba en uno de sus hombros.
—No sabía que íbamos a tener una nueva compañera —dijo Hudson—. Puedes sentarte con nosotros —Miró a sus amigos detrás de él.
Tomó asiento y la clase empezó. A su derecha, observo a Valentine, con un cuaderno de historia en mano, escuchaba a la profesora y tomaba apuntes.
«Que chica más rara»
La presentación de la profesora fue aburrida igual que las demás, tuvo que presentarse delante de sus compañeros algo que no le agrado.
Al terminar la clase Joanne acompañó a Hudson y a sus otros dos amigos a tomar aire.
—¿Después quieren ir a la cafetería a la vuelta de mi casa? —sugirió Valentine a Aurora y William mientras caminaban por el patio. Ellos asintieron con la cabeza.
—¿Vieron a esa tal Joanne? Me da miedo —dijo Aurora.
—No se, ni le preste atención.
—Encima se empezó a juntar con Hudson, Ophelia y Theo —continuó Aurora.
En frente de ellos pasaron los cuatro. Hudson miró a Aurora de arriba a bajo
—¿Y esa hermosura? —Le guiñó un ojo y dejaron de caminar.
Joanne los miró a los dos sin saber a donde dejar su vista y sintió las nauseas ascender.
Valentine se cruzó de brazos y evitó reírse. Apretó sus labios para no caer en la tentación. Miró a William, él parecía estar igual que ella.
—¿Qué haces? —Ophelia lo tomó del hombro—, vamos.
«¿Y a este que le pasa?»
Aquella oportunidad que tomó Hudson solo causaba arrepentimiento en Joanne.
Los cuatro se retiraron y caminaron hacia el pasillo en el que estaba su próxima clase. Joanne daba vueltas en su mente hasta hallar la tranquilidad que parecía no existir. sintió un empujón venir por detrás de ella.
—Ya es la segunda vez que me empujas —dijo Joanne en cuanto vió a Valentine invadir su espacio personal.
—Perdón, amargada —. Sus disculpas no se sintieron como una. Su tono de voz fue más como una burla que de un perdón.
—¡¿Qué te pasa?! —Empujó el hombro de Valentine con su mano y se acercó a ella. Su mirada amenazante hizo que Valentine retrocediera unos pasos.
Una pequeña electricidad recorrió todo el cuerpo de Valentine y la adrenalina apareció de golpe. Su corazón no dejó de acelerarse como el de Joanne.
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